Dr. Iván Bohórquez Zapata

Por: Iván Bohórquez Zapata*

POLÍTICA, DECENCIA, DIGNIDAD

No podemos permitir como personas bajo punto de vista alguno, que la política se desgaste, vitupere, degrade, ejerza de mala manera, enlode, difame; y menos, que grandes conglomerados de ciudadanos pretendan renunciar a hacer política, en el convencimiento, erróneo por demás, que practicarla es hacerle juego a lo corrupto, a la corrupción y a la corruptela. Grave y lastimosa percepción. Todo ello, por cuanto el comportamiento político de muchos quienes toman decisiones es y ha sido deleznable, traidor y miserable, lo que riñe con lo que es, importa, traduce, comprende, comporta, significa, contiene y representa la política en su sentido más amplio, que es ser un instrumento para transformar y mejorar la vida de la mayoría. Afirmación que para los escépticos es utopía o ingenuidad; y, para los idealistas, pero realistas, un quehacer político y público que debe aspirar a la felicidad de las personas y realizarse con decencia, honestidad, dignidad y compromiso social.

Y si bien eso de la felicidad es algo subjetivo para algunos, cualquier persona que tenga garantizados sus derechos más básicos y el acceso a servicios que le permiten desarrollar plenamente su vida cotidiana podría sin duda sentirse en paz, satisfecho y con un bienestar muy cercano a ella. Si una persona cuenta con una vivienda digna y un empleo con salario justo, suficiente y duradero, podrá cubrir las necesidades básicas de alimentación, vestido y servicios.

Si cuenta con sus necesidades básicas cubiertas y en tiempos de enfermedad puede acceder a un servicio de salud gratuito y de calidad, a una educación de calidad y especializarse en lo que le motive y permita desarrollar sus aptitudes, se está en el buen camino. Y si al final de su vida cuenta con una pensión o jubilación bien merecida por sus años de trabajo para disfrutar la última etapa de su existencia, vivir y convivir en sociedad, transitar en paz sin miedo ni inseguridad, sin duda contaría con todas las condiciones para un buen vivir y estar bien. No será ello la felicidad completa, pero bastante que se le acerca.

Desdichada y lamentablemente, esto hay que decirlo, muchos de los malestares de las personas se originan, agudizan y perpetúan por los malos gobiernos y sus decisiones tomadas por ambición al poder y amor al dinero tanto ajeno, como de los sagrados recursos públicos, en claro y definitivo detrimento de la sociedad toda. No se ha entendido, o siendo más benévolo, no se ha querido entender, que debería ser un derecho educación gratuita, servicio de salud para todos, en lugar de estar privatizado o tenerlo para sí sólo quienes puedan pagarlo. Diáfanamente debe comprenderse, que gobernar bien implica tomar las decisiones mejores para cambiar y mejorar vidas; lo que quizás a veces no dimensionamos; y que mal gobernar, en contrario sentido, agudiza las problemáticas de las personas e incluso pone en riesgo sus vidas.

Por las razones expuestas, entre otras muchas, es por lo que la política en su noble y gran sentido y significancia, debe ser un asunto de todos. Creer desde el convencimiento que el cambio está en uno mismo. Que quienes toman decisiones, las cuales deben generar positivo impacto en la comunidad, jamás ni nunca deben traicionar la confianza que en ellos deposita la gente. Y no es que trate de afirmar que los gobernantes siempre roban; no, y que nada va a cambiar; no, por cuanto ello significaría renunciar a nuestra capacidad como personas en sociedad de consolidar nuestro integral bienestar; vale decir, el propio y el de los demás.

No podemos permitirnos tampoco renunciar a la responsabilidad político-social que tenemos de mejores gobiernos y, por lo tanto, mejores vidas. Interesa que las mayorías tomen las decisiones pertinentes, y combatir la resignación con la esperanza de alcanzar mayor prosperidad y superiores destinos. No se trata de sobrevivir, sino de vivir bien, toda vez que no vamos a condenarnos a estar siempre en la precariedad e invisibilidad. Atrás debe quedar toda resignación e ir tras la dignificación personal, comunitaria y de la política, en la seguridad de transformar nuestras vidas y la de todos.

* Iván Bohórquez Zapata. Administrador Público. Especializado en Gerencia de Proyectos de Desarrollo. @ivnBohorquez1 ibozap@yahoo.es

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