Por: Rafael Robles Solano*
Da tristeza por no sostener que es vergonzoso observar cómo en medio de los presentes y escasos debates públicos realizados entre los diferentes candidatos a la presidencia de la República, estos terminan auspiciando y hasta participando con la ciudadanía, los medios de comunicación y los contenidos de las redes sociales, en difundir los mismos aspirantes, cayendo en el peligroso juego de despliegues de pronunciamientos a sus partidarios, que solo conducen a atizar en sus destinatarios el titular de ésta columna, “los mensajes de odio frente a las campañas políticas”.
Si bien en estos tiempos lo que prevalece para llegar a los ciudadanos en general, son los mensajes publicitarios, pero lamentablemente en nuestro país, estos carecen de contenidos ideológicos y mucho menos programáticos, porque se limitan a frases breves de cajón, propios de la publicidad comercial. Sus slogan, son básicos, elementales y simples, en un evidente menosprecio por el electorado al que pretenden seducir. Salvo por nuevamente reconocer el acertado oportunismo de los mensajes o mejor, de la propaganda política pagada al servicio del candidato del gobierno en funciones, tal y como aconteció hace cuatro años, sus adversarios deambulan difundiendo mensajes confusos, tratando de explotar las debilidades y respaldos individuales y colectivas de sectores, grupos y movimientos políticos que adhieren a sus respectivas campañas, pero explotando las mismas con propagandas sóridas, que si bien como he venido sosteniendo en artículos previos, “DE LAS CAMPAÑAS POLÍTICAS SUCIAS” y que me permito retomar de nuevo: “son legítimas en política, porque con sus estrategias permiten mostrar las diferencias de los suyos con los adversarios, y consisten básicamente en recurrir a las mentiras, las calumnias y las denuncias falaces, que en un país como Colombia, donde llevamos sufriendo décadas de violencias partidistas,… donde muchas familias fueron desplazadas, y más recientemente las que emigraron de los campos a las ciudades por causa de las confrontaciones subversivas con los paramilitares y carteles de las drogas, que aún conservan vivos sus resentimientos y odios viscerales en contra de todos aquellos que los desarraigaron.”
He aquí el objeto principal de la presente columna, porque los mensajes de odio están proliferando por todas partes, sin distinción alguna del efecto o daño que puedan causar a sus destinatarios. Y como sostuve en el artículo antes aludido, “por las consideraciones expuestas es sumamente delicado y hasta peligroso seguir explotando dichos rencores, que solo contribuyen a que quienes así se sientan agredidos, reaccionen furiosamente y hasta con violencia en contra de quienes terminan viendo como sus enemigos, por no compartir sus posturas partidistas.”
Deseo aprovechar estas líneas y espacio para comedidamente llamar a la reflexión de todos, porque aún restan pocas semanas para la primera vuelta presidencial, y como es previsible, arreciarán las campañas políticas con mensajes publicitarios y especialmente en las redes sociales, se seguirá atizando el fuego sectario con agresivos e irrespetuosos mensajes de odio en contra de los adversarios que concurren a dichas elecciones y contra sus seguidores.
Finalmente sin importar quien quiera que sea el ganador, planteo que debemos aceptarlo y proceder a procurar facilitar una transición del gobierno en paz, sin recurrir a las alarmantes y paranoicas llamadas de alzamientos de cualquiera de las dos extremas en contra de los resultados con las que nos pretenden asustar y peor, desestabilizar más a Colombia, porque lo que necesitamos es seguir construyendo un país, más inclusivo, donde la pregonada recuperación económica que alardea el Gobierno Duque al cierre de su mandato, se vea reflejada en la realidad de un bienestar generalizado para los ingresos y subsistencia decorosa de la inmensa mayoría de colombianos que actualmente viven en la pobreza extrema.
*Secretario Ejecutivo LIDERESOCIAL. lideresocial@hotmail.com.co
Totalmente de acuerdo, muy cierto.