Por: Saúl Alfonso Herrera Henríquez*
Sí llegado el momento y como sociedad nos encontrásemos en medio de complicaciones al parecer sin salida, toca recurrir a otras alternativas y opciones, so pena de perdernos en disolución. No podemos erosionarnos como pueblo, ser mascarón de proa, ni punta de lanza de una fe irracional y subjetividad, como muchos que vemos entre quienes pertenecen al mundo político y sociedad toda. Personas atrapadas en su propia ilusión, reos de un discurso mentiroso, sin ideas ni propuestas que los llevan a creerse dignos representantes de un sector social que se muestra crítico e inconforme; no siendo más que ejemplos vivos de una falacia perdida y convertida en algo que persiste no por convicción sino por necesidad.
Intereses de partidos y personales terminan por imponerse en la conformación de “equipos” que se favorecen desde el poder mediante la utilización de “programas sociales”, a la postre irrealizables, lo que no debe ser bajo circunstancia alguna, pero que soportan en la idea del caudillismo que parece ya formar parte de nuestro mapa genético, lo que nos está llevando al traste con lo bueno, mejor y superior que siempre debe ser en beneficio colectivo, lo que obliga darnos a la tarea de aportar desde nuestras capacidades a resolver los problemas que afrontamos como sociedad.
No más corrupción, no más corruptela, no más personajes abominables que vendan, orientan a su haber y hasta obstaculizan la justicia e incapaces son de renovar su discurso, pero sí de alzarse con los sagrados recursos públicos y llevar a nuestras unidades territoriales a lamentables niveles de pobreza, injusticia y desigualdad. Les ha quedado grande lograr para todos desarrollo, crecimiento, progreso e integral como general bienestar, en una fehaciente demostración de mediocridad, que, insisto, padecen muchos de nuestros dirigentes.
Tiempo es ya que se cambien para siempre los embaucadores discursos, que aparezcan liderazgos ciertos, reales, eficaces; que se consoliden opciones más viables ante los ojos de la sociedad, que se promuevan otras personas con mayor inteligencia que puedan, tengan tiempo de vincularse con la sociedad y no entiendan como primordiales y por encima de todo y de todos sus personales intereses. Pero no, siguen muchos de ellos empecinados en su perorata populista, demagoga, autoritaria, flamígera, pendenciera y rastrera que les ha dado más que buenos dividendos en una sociedad que le seguirá cobrando facturas a una dirigencia anquilosada que es remedo de oposición y rey de burlas. Pensamos, repensamos, analizamos, reflexionamos, proyectamos, cambiamos para bien o nos hunden sin remedio. Es lo que tenemos que evitar. saulherrera.h@gmail.com Abogado. Especializado en Gestión Pública. Derecho Administrativo y Contractual