SAÚL ALFONSO HERRERA HENRÍQUEZ

Por: Saúl Alfonso Herrera Henríquez*

Siento como sienten muchos y así lo han manifestado, en público como en privado, que llevamos años sin que aparezcan ideas rectoras que real y verdaderamente nos conduzcan por los senderos mejores de integral progreso, desarrollo social y humano, bienestar, prosperidad, productividad, competitividad, sólida apertura internacional, generacional y comercial, nada se innova y ausente está la producción de ideas políticas de relevancia que sirvan a la grande marcha de un país que requiere impulsarse y potenciarse en todos los niveles.

Tenemos una política entrada en franca decadencia por carecer de ideas y en la muy pocas son las personas que puedan asumir los liderazgos que requerimos. Sufrimos una grave crisis política. No hay ideas de fondo, ni políticos de altura, lo que es evidente. Olvidamos que la mayor obra de los grandes hombres, su mayor realización es una idea. El Renacimiento, bien se sostiene y es además convenido, surgió cuando se aceptó la idea que el hombre era el centro universal y merecedor de todo. Por la aceptación de esa simple idea fue que renegó de su pocilga, abjuró de su hambre, abandonó su mugre, renunció a su miseria y repudió su ignorancia. Reclamó la libertad para él y la soberanía para los suyos. Instaló su ley y sus instituciones.

Sin lugar a ningún género de duda no fue una narrativa vacua, ni una frase discursiva, sino una creencia la que llevo al hombre a rechazar la inferioridad, sentirse superior y convertirse en ese ser con esa condición que el mundo requería; fue cuando irguió la cabeza, enderezó el cuerpo y volvió a caminar en dos piernas, después de ocho siglos de no haberlo hecho. En lo político, muchos pueblos han creado ideas esenciales para su mundo, para el nuestro y para el porvenir. Los romanos fundaron la idea del imperio. Los franceses, la de la igualdad. Los ingleses, la del gobierno constitucional. Los estadunidenses, la de la soberanía popular. Otras ideas, como la de libertad, democracia, soberanía nacional o la de derechos humanos no tienen un autor determinado, pero fueron ideas que movieron y siguen moviendo el destino del hombre.

Llevamos años muchos con la cabeza hueca, sin un contundente sistema de poder o de convivencia. No producimos ideas políticas. Nos atoramos, siendo lo malo que seguimos como tal; y, lo peor, que son ideas de relevancia inmensa; de ahí que proponer la honestidad, la justicia o la democracia como nuestras, desconociendo abiertamente que la honestidad nos viene desde las Tablas de Moisés, hace como 4 mil años; La justicia, desde el pretorio romano, hace 2,500 años; y, la democracia, desde la Convención de Filadelfia, hace 250 años. Son sin duda grandes ideas vigentes y presentes, pero ni son nuevas ni nuestras.

Claro es de tener en cuenta que la falta de ideas deriva de manera dañosa en el cuerpo político produciendo ausencia de políticas, debiendo servirnos lo cual de referencia respecto que no es lo mismo mejorar la escuela que mejorar la educación, mejorar el hospital que mejorar la salud, ni mejorar el tribunal que mejorar la justicia. Venimos y estamos sufriendo la falta de políticas en muchas áreas, determinando que no sólo no sabemos qué hacer, sino que ni siquiera sabemos lo que queremos, lo que es a todas luces grave asunto.

Muerte política estamos viviendo, no tenemos una política verdadera ni de sueños, más si de corrupción, latrocinios, retrocesos y mentiras. Apenas burdas como absurdas copias y ocurrencias que no sirven para crear, inventar ni innovar. de no inventar. Solo un todo de vergüenzas que impiden los avances ciertos que necesitamos.

*Abogado. Columnista. Especializado en Gestión Pública. Derecho Administrativo y Contractual. Magister en Derecho Público. saulherrera.h@gmail.com

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