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Por: Gerardo Rosero Pérez.

La inauguración del Megapuerto de Chancay en Perú, que contó con la presencia de los Presidentes de China y Estados Unidos, Xi Jianping y Joe Biden, respectivamente, se convirtió en la noticia de la semana debido al impacto que generará en el comercio y la geopolítica global; la reacción por parte de analistas de la realidad del país no se hizo esperar y han manifestado la vergüenza que debe sentir la dirigencia Nacional y regional, de las últimas décadas, que han vivido de espaldas al mar Pacífico, el mar del milenio, y no aprovechar la envidiable ubicación estratégica de los 1300 kilómetros de costa tan rica y promisoria, pero paradójicamente sometida por los grupos armados ilegales que solo han irrigado al territorio de violencia y de pobreza, favorecidos por la débil o nula presencia estatal,

Al mismo tiempo, no podemos ocultar la indignación que sentimos las personas que, por más de tres décadas, hemos venido proponiendo alternativas de desarrollo integral del Pacífico Sur, con proyectos redentores de gran impacto social, económico y productivo que nos encausarían por el verdadero camino hacia la paz; soy consciente de que los principales obstáculos han sido, por un lado, la ceguera de quienes detentan el poder de decisión y, por otro lado, la desconfianza, la indiferencia y la resignación cada vez más extendida entre las personas. Sin embargo, también soy consciente de que no se puede aceptar que esta catástrofe que vivimos es inevitable. Por eso, los proyectos estratégicos que hemos planteado son la alternativa más viable y realista para salir del estado de postración que hoy padecemos. Si nos hubiesen  permitido avanzar en tan loables propósitos,  fuéramos los sureños quienes estuviéramos celebrando y presentando ante la faz del mundo estos sueños convertidos en realidad.

Pero más preocupación nos produce la ignorancia invencible de nuestros gobernantes,  que desprecian la historia positiva del sur de Colombia que es la única llama capaz de sacarlos de las tinieblas e iluminar los caminos para que conduzcan a nuestro pueblo a la cima del progreso y la prosperidad; bien decía un pensador que cuando el pueblo pierde la memoria, pierde la llave del futuro; por eso, vale la pena recordar que en el año 1944, el inversionista sueco John Holger Graffman, ingeniero naval de la Real Marina Sueca y hombre de gran visión, inspeccionó el fondeadero de Satinga, ubicado al norte de la costa del departamento de Nariño, en cuyo sitio encontró las mejores posibilidades para un Puerto de profundo calado, en donde podrían atracar los barcos más grandes del mundo; en 1958, según el “Estudio sobre las condiciones del Desarrollo de Colombia”, elaborado por la Misión Lebret, identifican a Tumaco como Puerto de cabotaje internacional; en 2019, el Centro de Investigaciones Oceanográficas e hidrográficas de Pacífico, con sede en Tumaco, identifica al sitio denominado Multiboyas ó Boyarines, con profundidades entre 28 y 30 mts y a 3.90 mllas naúticas de la costa, como el más indicado para construir el Puerto de Aguas Profundas y su conexión con los Andes, la Orinoquía y la Amazonía.

Es inaplazable la creciente necesidad de unirnos para impulsar estas iniciativas, para lo cual es urgente despertar el interés de todas las personas, superar las diferencias ideológicas, organizar encuentros en los que se discutan los proyectos, desarrollar un diálogo permanente tanto regional, nacional e internacional, con el objetivo de compartir  y perfeccionar experiencias que enriquezcan el conocimiento de estos temas que son novedosos en nuestro país; solo así, daremos el urgente y necesario salto cualitativo que nos permita pasar de una visión local a una visión global y poder dimensionar la importancia estratégica del Puerto de Aguas Profundas de Tumaco.

San Juan de Pasto, 16 Nov. de  2024

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