JOSÉ MANUEL HERRERA BRITO

Por: José Manuel Herrera Brito

Noble objetivo es y será siempre tener genuina la convicción de lo necesario que es para toda comunidad en el lugar que fuere, cuidar y preservar la democracia de manera legítima e impoluta, lo que obliga distinguir, independientemente de los manejos artificiales y cínicos de los que se empieza a abusar desde la inteligencia artificial y la posverdad, la verdad y la mentira. En cualquier caso, interesa e interesará proclamar todos en bien de todos y ojalá qué con mostrada y demostrada vehemencia, el repudio a los insultos, las mentiras y la difamación en la política, que ofician en todo tiempo y lugar como una gran vergüenza.

Necesitamos territorios desde lo local a lo nacional y universal, encaminados hacia un mundo mejor, definido y pleno de democracia, transparencia y seguridad, con una visión de civilización democrática ajenos a la barbarie que consume al discurso político en la mayoría de las latitudes el orbe, inmersos muchas veces en perniciosas demencias; hasta el punto que lo que conocemos como polarización, se queda corto para describir lo que se vive en un sinnúmero de países, por lo que ideal sería proponernos que sea ese mal de la polarización un fenómeno desconocido y nos adentremos en consensos, como esa virtud que adorna a los pueblos civilizados.

Bueno es ya que salgamos de quejas permanentes, que trabajemos de consuno desde las orillas en que estemos y con amigable orgullo sobre las relaciones políticas en contexto de honestidad y sin fanáticos, sino con medida, ponderación y prudencia, sin importar que se discrepe en las fórmulas que se propongan para el bienestar general, pero dejando en claro la veraz como profunda convicción que hay que cuidar y preservar la democracia y evitar que desde afuera se infeste, en el entendido y la comprensión que el compromiso que debemos tener con nuestros territorios debe ir más allá de las improntas partidistas, y de las marginalidades de las redes y de la politiquería. Se trata de debatir lo que tenemos que debatir sin dejarnos arrastrar por discusiones laterales desde el anonimato de las redes, casi siempre untadas de perversión. El punto es no dejarnos arrastrar en el debate por esas fuerzas y fenómenos que allí están y mucho entorpecen toda buena intención. Llevan tales desaciertos a inventarse problemas innecesarios, no ser cautivos de hábitos mentales absolutistas, cargados de indignación que caracterizan a muchos políticos en todas partes.

Cuanto importaría que algún día pudiésemos vivir en ámbitos de octaviana paz, tolerancia y articulados en la necesaria búsqueda como procura de integrales desarrollos social, humano, crecimiento económico, bienestar y prosperidad, formas mejores de garantizar un superior escenario a las generaciones por venir. saramara7@gmail.com

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