RUIZ FRUTOS JULIAN MARTIN

Por: Julián Martín Ruíz Frutos*

El mundo en general y nuestro país en particular se encuentra en franca polarización, no escapamos a la perversa tendencia de estar permanentemente enfrentados unos a otros. No hay tolerancia, tampoco nada de matices, de razones, de moderación, de centros, solo el estás conmigo o estás contra mí. Esta forma y manera irracional de ver al mundo, se opone profundamente a la esencia misma de los procesos democráticos. Nada de diálogo, negociaciones e instituciones, ya que no se necesitan por cuanto solo es valioso lo que cada quién piensa, lo que es más que un grave error, más cuando un buen número de liderazgos en el mundo se complacen en actuar dentro de dicho marco.

Ideologías viciadas, enfermas, las llaman muchos sociólogos y politólogos, capaces de manipular a la ciudadanía para que no vea las verdaderas causas de su descontento social y, al mismo tiempo, se vuelven capaces de invisibilizar los defectos del supuesto “lider”, como lo estamos viendo entre nosotros, afectados por esta clase de políticas. Se destruye a las instituciones desde dentro, se logra así una muerte lenta pero segura de la democracia y todo se consigue con la aceptación y complacencia de la ciudadanía que los acompaña. Que un absurdo supere al otro, que una estupidez sea rebasada por otra más grande, que estemos por siempre enfrentados unos contra otros y que seamos capaces de hacer una imbecilidad mayor que la del oponente. Casi no se puede creer.

El populismo no es fascismo, pero a veces mucho se parecen, consiguen el crimen perfecto al asesinar sin escándalo a las democracias que con mucho esfuerzo se han logrado construir, convirtiéndose lo cual en golpes de Estado en “cámara lenta”, que resultan mucho más discretos y sencillos de perpetrar. Eva Illous, en su libro La vida emocional del Populismo, habla de los factores psicológicos dentro de las ya mencionadas ideologías viciadas, para quién existen cuatro emociones: miedo, asco, resentimiento y (sorprendentemente) amor por la patria, las que en su análisis forman parte del repertorio socioemocional que consolida este tipo de despropósitos gubernamentales.

Pero sin duda lo más más aterrador de esta grave como preocupante combinación de factores es que conducen finalmente a distintas formas de violencia, la falta de respeto por el otro, y la perpetuación de estos nocivos como perversos liderazgos, generando como consecuencia que entre la espada y la pared sea difícil la movilidad. El abismo está ahí, depende sí o sí de nosotros no caer en sus abisales profundidades.

*Abogado. Especializado en Derecho Laboral julianruizfrutos@hotmail.com

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