RUIZ FRUTOS JULIAN MARTIN

Por: Julián Martín Ruíz Frutos*

Está claro que necesitamos como país, adentrarnos definitivamente en un proceso de construcción, reconstrucción y mejoramiento permanente y continuo; más cuando tenemos ingentes recursos que bien y mejor pueden llevarnos a ser uno de los Estados más desarrolladas de la región, así hallamos sufrido cierto deterioro político, económico y social; pero siendo optimistas y como un homenaje a nuestro pueblo, creería que nos merecemos a partir del 29 de octubre vislumbrar una potencial luz al final del túnel en beneficio de todos.

Requerimos un país que con toda su carga simbólica y real, avance hacia un porvenir integralmente próspero para el pueblo, que no muestre signos de agotamiento sino de fortaleza, con apoyos financieros genuinos y sin el saqueo constante de sus arcas públicas que nos están llevando al borde del colapso, mientras nos vemos en nuestro día a día, obligados a enfrentar una realidad sombría, que es la constante involución como país, lo que es a todas luces inadmisible.

Queremos y necesitamos ansiosamente como país un cambio real, una transformación verdadera, un viraje en la dirección política, garantizar una cohesión necesaria para establecer un frente unido, encontrar una visión compartida y un propósito común que vaya más allá del simple descontento. Marcar un hito en nuestra historia, mostrar de que estamos hechos, demostrar la existencia o ausencia de un liderazgo fuerte, poderoso, dispuesto a canalizar la frustración acumulada del pueblo y darle una dirección clara y constructiva.

Enfrentar lo mal y peor que viviendo estamos, sin importar la máquina represiva de la que se están valiendo quienes detentando el poder están, ni la habilidad para sembrar división y desconfianza. Es una tarea mayúscula, pero debemos y tenemos que hacerla, en la verdad que no podemos permitirnos el lujo que ante nosotros se desbarate lo que tanto ha constados construir. No deben interesarnos sus tácticas de intimidación, arresto y manipulación, sino concentrarnos en unificarnos en dirección a consolidarnos como pueblo; especialmente por cuanto ellos, con su habilidad para alimentarse del caos y el conflicto, no cederán fácilmente ante resultados electorales desfavorables.

La esperanza ahí está. La presión ciudadana en la urnas, si la aplicamos conjuntamente de manera efectiva, podría ser el factor determinante que incline la balanza hacia una resistencia pacífica, pero firme, lo cual es vital camino a erosionar tanta falacia, siendo además imprescindible que todos los liderazgos de los distintos sectores de la sociedad colombiana se unan en un solo haz de voluntades y de paso reconozcan la fortaleza que poseen al y para actuar colectivamente, que es parte de lo que falta en este derrotero de liberación.

Avanza el tiempo y con él, la urgencia de la situación. Si no actuamos con las debidas prontitud, determinación y unidad, se perderá este espacio de oportunidad única. Es el momento de actuar como un contrapeso democrático, como heraldos de un porvenir brillante. Merecemos más que críticas y luchas internas, acción; reconstruir la confianza en un país libre, justo y próspero. Tenemos la responsabilidad histórica de conducirnos hacia un nuevo amanecer, como a una mejor y general prosperidad.

*Abogado. Especializado en Derecho Laboral. julianruizfrutos@hotmail.com

¿Cómo le pareció el artículo?
+1
1
+1
0
+1
0
+1
0
+1
0

Por editor

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *