Blaicer Moreno Córdoba

Por: Blaicer Moreno Córdoba*

El capital social posibilita la cooperación entre las partes, noción que no necesariamente implica algo positivo, ya que los contactos entre las personas pueden dar lugar en veces a hechos negativos (asociaciones delictivas, por ejemplo). Implica igualmente, la sociabilidad de un grupo humano, con los aspectos que permiten la colaboración y su uso. Los sociólogos destacan que el capital social está formado por las redes sociales, la confianza mutua y las normas efectivas, conceptos que no son fáciles de definir y pueden variar de conformidad con el análisis que de ellos se haga.

Interesa respecto del capital social, adentrase en su reelaboración conceptual, revisar autores y corrientes de pensamiento, evidenciar naturaleza y ausencia de percepciones consistentes, que vayan más allá de parámetros economicistas y permitan relaciones explicativas y comprensivas, acordes con la generación y el fortalecimiento de los procesos democráticos. Distinguir posturas frente a las propuestas teóricas: oposición total, aceptación total y crítica; última esta que reelabora el concepto, mostrándolo al servicio de procesos de organización civil; un capital social que aporta a la inclusión y el control social frente al Estado y favorece procesos de participación democrática, a efecto de conseguir como resultado la recreación de la base teórica, que lee el capital social desde las dimensiones constitutivas: trayectorias socioculturales, responsabilidad social, asociatividad y el vital desarrollo humano.

Hoy existe una definida tendencia de los Estados a reemplazar todo sistema administrativo y de asistencia afianzada en burocracias verticales, por sistemas que vayan tratando de coordinar vínculos, confianzas y redes sociales en procesos sinérgicos, capaces de captar nuevos recursos y aprovechar externalidades que no estaban articuladas. Sus discursos se encuentran atrapados en la fundamentación de estas dinámicas políticas y económicas, orientadas por los principios del modelo neoliberal, imponiéndose realizar aportes a su reconceptualización, en lo que ayuda, como expresé, revisar y analizar diferentes enfoques de corrientes de pensamiento que le dan respaldo intelectual e identificar las posiciones contradictorias que dicho concepto genera. Derivado de dicha revisión y análisis planteado, y en la perspectiva de hacer aportes a su reconceptualización, conciernen dimensiones desde las que se considera debamos hacer nuevas comprensiones que permitan un capital social generador de equidad, democracia e inclusión social.

Tales dimensiones están relacionadas con las trayectorias sociocuturales, responsabilidad social, asociatividad y desarrollo humano; como resultado de un análisis conceptual sobre cada una de ellas se deriva una serie de aspectos que pueden ser identificados, descritos y que actúan como referentes para la lectura del concepto. Es en síntesis, integrar nuevos referentes y dimensiones, planteando desde ellos una aproximación a la reconceptualización de su tradicional concepto.

Aproximándonos a lo dicho, especialmente en relación con la realización de aportes para la reconceptualización de capital social, bueno es reflexionar orientándonos a la configuración de un nuevo concepto, coherente y contextualizado en la realidad social, a fin que actúe como facilitador de espacios de inclusión, participación ciudadana y desarrollo humano, también ya dicho, en el aserto que el capital social representa un conjunto de recursos o activos acumulados, arraigados y valorados en la interacción; bienes socio / emocionales construidos cultural, territorial e históricamente, a partir de relaciones y vínculos que los individuos establecen con responsabilidad social y de los que dependen la productividad del capital en sus formas física, financiera, humana y natural.

Tales recursos mencionados, son utilizados por personas, grupos, colectividades (organización, empresa, región) y redes sociales. No olvidemos que el capital social es culturalmente construido y obedece a acuerdos y conjunto de valores, costumbres, confianzas, ideas y otros elementos compartidos que hacen parte de identidades y pertenencias, perspectiva desde la cual, dichos elementos se convierten en factores clave de cohesión social y están en la base de todo proceso configurador del capital social; por ello es posible afirmar con connotados estudiosos de la materia, que la cultura y el capital social son agentes activos de desarrollo económico y social.

*amerlyng@gmail.com – Administrador de Empresas. Especializado en Proyectos de Desarrollo. Asesor y Consultor Político y Empresarial

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