JOSÉ MANUEL HERRERA BRITO

Por: Jose Manuel Herrera Brito

Tomando opiniones de aquí y de allá sobre este particular aspecto referido al discurso político, lo cual viene a cuento en este tiempo en el que el país vive desde ya un año político, bueno es referirnos a lo que ver tiene con el discurso político.

Construir un discurso político en el escenario territorial que fuese, debe hacerse ajustado a las propias realidades, necesidades y demandas poblacionales, clave lo cual para conectar con el ciudadano y obtener su confianza, de ahí la importancia que sea claro y definido. Es centrarse en la comunicación de mensajes contundentes y que verdaderamente lleguen, ya que la falta de cercanía, atención y resolución de sus problemas es lo más sufrido.

Independientemente de ello, se deben hacer todos los esfuerzos que posibles sean por promover, impulsar y provocar la participación ciudadana activa. Tratar que la población corresponda con fervor, intensidad, ilusión y afán en tal propósito. Es evidente que la lejanía entre gobernantes y gobernados, pareciera mentira, es cada vez mayor. No hay sintonía entre representados y depositarios de un mandato determinado, lo que hace que las personas sean mayormente permeables al rumoreo, a lo que destruye y nada construye, a la comunicación constante de acosos, incertidumbres y mentiras.

La construcción del discurso político, repito, es clave. Las intenciones políticas deben complementarse con mensajes cargados de certezas, que no de vagas esperanzas ni vanas ilusiones. Es cumplir la máxima que, para aspirar, como también para gobernar bien, primero se necesita comunicar adecuadamente lo que más tarde debe gestionarse o ejecutarse bien. Cuando tratamos con ciudadanos todos los días hay que estructurar y articular estrategias comunicativas que indiquen que cuando se transmiten los mensajes a las grandes capas de población lleguen sin maquillaje. Importa la comunicación permanente, que no es lo mismo que estar permanentemente comunicando. Interesan siempre mensajes sencillos, concretos, incluyentes y entendibles. Es conectar con las personas más allá de las ideas políticas de unos vecinos u otros. Es constituir una marca política. Focalizarse en el qué y el dónde, pero más en el cómo y en el por qué, e informar de las actuaciones.

Tenemos que ser abiertos y, en resumidas cuentas, ofrecer espacios colaborativos a los ciudadanos para que participen en la gestión pública, primero en la información, concebida esta como conocimiento, y más tarde, pero, sobre todo, en la decisión, tomada desde la razón y no desde los impulsos. Debe fomentarse la cercanía, empezando por los contenidos de lo que se expresa. Repito, es y será siempre importante tener claro que no importa tanto centrarse en el qué y el dónde, sino en el cómo y el por qué informar de una actuación.

Mueve a todo ser humano, anclado o no en una colectividad, las emociones, pero importando mantener las razones. En campaña pueden sonar bellos determinados lemas, pueden mover a la acción mantras sugestivos mientras se tararean pegadizos acordes sonoros. Hasta pueden ser emotivos mensajes que sabemos que serán difíciles (o imposibles) de hacer realidad. En ellas, las campañas, todo tiende a perdonarse, porque todo es emoción, ilusión, esperanza y en algunos casos, regeneración. La emoción es la dama a la que los políticos sacan a bailar en la fiesta electoral, quienes una vez llegados a los cargos, mucho o todo lo prometido lo “olvidan” como por arte de magia, lo que es injustificable, perverso y un engaño de superlativas magnitudes, apartándose de la verdad, que hay que dar a las personas motivo, razones y hacer las gestiones correspondientes para que sigan confiando.

Interesa igualmente en gran medida, impulsar foros ciudadanos de libre disposición, donde se recojan las inquietudes, necesidades, dudas y motivaciones de los vecinos (iniciativa, discurso proactivo). Igualmente, resulta importante acto seguido recorrer puerta a puerta para transmitirles, en primera persona y desde la sonrisa cercana, qué podían hacer para mejorar su vida (compromiso, atención). Es iniciativa que debe estar en el candidato hasta el último colaborador del equipo, hacerla coherente y predicar con el ejemplo. Se trata de crear y mostrar un movimiento de conexión SPS (Ser, Parecer y Saber). Ser honestos, sinceros, cercanos y auténticos. Ser competentes y formados en lo que hacen y gestionan, al tiempo de saber comunicarlo todo. De nada sirve decirle al ciudadano “estamos más cerca de ti”, si cuando tenemos que resolverles dudas alejamos nuestro discurso de sus necesidades. Hay que ser fiel al principio: si no se hace que se entienda lo que se dice, no se logrará que atiendan lo que se hace.

Es plantearse y proponer lo que mejor sea para los ciudadanos. Mostrar y demostrar buenas intenciones y buenos proyectos con sus convecinos y simplemente transmitirlos con eficacia y efectividad. Ser influyentes en el fondo y convincentes en la forma. En la comunicación política, en el fondo, todo es forma. Es humanizar el mensaje, hacerlo real, en la certeza de obtener positivas respuestas. saramara7@gmail.com

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