Por: Rubén Darío Ceballos Mendoza*
Tenemos como país un gran potencial territorial para dedicar más tierra a cultivos, y de esa manera, noble por demás, amortiguar así el adelgazamiento del sector primario. Siempre importará sobremanera contar con una agricultura fuerte para amainar el golpe a base de ser menos dependientes de lo que no se cría y cultiva. Las estadísticas, marcan una realidad preocupante, y es que nuestro sector primario pierde peso en la economía; lo que estrechamente aunado a la perdida demográfica que deja sin vida un sector rural con pocos servicios básicos y, en muchos casos, privado del acceso a las nuevas tecnologías, lo que repito, aminora nuestra despensa y se nota en el empleo con una pérdida continua de trabajadores.
Dedicarse al agro, independientemente de voces en contrario, que sostienen que ello exige mucho sacrificio y reporta escaso retorno; actividades muchas en él generan grandes rentas. Para garantizar la vuelta a las actividades agropecuarias, interesan campañas que muestren a los jóvenes su importancia y se visualicen como profesionales del campo, hacerlos participes de prácticas y ejercicios en estancias de referencia y se hagan esfuerzos por fomentar las profesiones que le son propias, indicarles espíritu emprendedor y poner en valor el sector primario como el nicho de empleo y trabajo que es, especialmente por cuanto es, y me atrevo a decir que será poco probable, que alimentarse deje de estar entre las necesidades básicas de las personas.
Hay que optar por dignificar el oficio, pugnar porque se asegure la viabilidad del sector garantizando la cobertura de los costes de explotación y un margen de beneficio cumpliendo la ley de la cadena alimentaria, así como crear alimentos funcionales y otros productos adaptados a la evolución de la demanda, así como aumentar la superficie de cultivos, para producir más comida para personas y animales; particularmente por cuanto llama la atención que productos que compramos a diario vengan de otras latitudes, cuando son alimentos que se dan en nuestros terruños.
Tenemos definitivamente como país un mayúsculo potencial por como para aprovechar y más en un contexto en el que una nueva política agraria bien y mejor estructurada pueda marcar el objetivo de situar el agro y lo pecuario en posiciones de vanguardia, al tiempo de potenciar y dignificar todos los modelos de agricultura, desde el familiar al intensivo y extensivo. El campo es porvenir; y como tal, deben ponerse en él no solo esperanzas, sino los capitales y demás implantaciones e implementaciones que menester fueren en ruta a su consolidación y generación de poderosas riquezas.
*Rubén Darío Ceballos Mendoza. rubenceballos56@gmail.com Jurista