Por: Blaicer Moreno Córdoba*
Somos un municipio requerido de una superior distribución de su ingreso, dado que pobreza e inequidad son fenómenos con raíces en estructuras económicas, políticas, culturales y sociales que limitan el progreso social y socavan la cohesión social, ya que tenemos altos niveles de polarización social como es la profundización de los procesos de concentración de la riqueza, la concentración de la pobreza y la pobreza extrema en un gran segmento poblacional en un contexto de mercados de trabajo heterogéneos, con altos niveles de informalidad, desempleo creciente y profundas distancias de diversa índole que golpean la integridad y el desarrollo de las personas.
Los altos niveles de inequidad y los débiles sistemas de bienestar muestran que siempre se ha dispuesto de estructuras económicas concentradas que tienen implícito un fuerte sesgo y ejercen discriminación en contra de ciertos grupos definidos por ingreso, género, edad, territorio, raza o etnia que constituyen a su vez fuertes determinantes del acceso a atención sanitaria, educación, empleo y oportunidades. Inequidades que se entrecruzan y potencian entre sí, desarrollándose desde edades tempranas, acrecentándose durante la infancia y la adolescencia, marcando a las personas y sumergiéndolos en una espiral de vulnerabilidad y discriminación.
Nuestra situación económica actual nos reta a poner fin a la inequidad y la pobreza. A superarnos, avanzar, impulsarnos, potenciarnos, desarrollarnos, producir, crecer, corregir rumbos, procurarnos recursos, ser proactivos, creativos, innovadores, suficientes, invertir en gasto social, ir tras las mejores y más sustanciosas oportunidades, que, en últimas, determinan el porvenir de las personas. Inequidad y falta de oportunidades, cuando excesivas son, afectan la cohesión social, sin la cual se fractura el contrato que existe entre personas de una misma sociedad, poniéndose en peligro la propia convivencia democrática.
Requerimos una superior organización social, importante para la sostenibilidad de la vida y la economía, así como más y mejores servicios públicos de salud universales y de calidad óptimos que ayuden a combatir las vulnerabilidades en todas sus formas. De la misma manera, necesitamos ayudar a construir un modelo propio de desarrollo que supere nuestras limitaciones estructurales, a efecto de superar la fragilidad de los modelos de desarrollo tradicionales que exacerban las desigualdades y transforman las dificultades crónicas en crisis agudas que exige atención urgente en ruta a generar incrementos significativos a todo nivel y en todas las áreas, que nos ofrezca un escenario alentador para nuestro municipio, a fin de dejar atrás las serias dificultades de crecimiento, redistribución y desarrollo.
Llamados estamos a recuperarnos, a superar vulnerabilidades, así como problemas estructurales convertidos en críticos, por lo que importa transformar nuestros sistemas sociales, productivos, fiscales y ambientales. Una transformación, en definitiva, del modelo de desarrollo que debe transitar hacia uno firmemente sustentado en sistemas del bienestar integrales con perspectiva de género y sensibilidad ante la diversidad étnica, sexual, identitaria, etaria y geográfica del municipio.
Un modelo que desarrolle nuevos patrones de producción que aumenten la participación del conocimiento e innovación, que fortalezcan las capacidades tecnológicas y las energías limpias y se proteja el medio ambiente y la integridad de los ecosistemas críticos. Un modelo que invierta más en investigación y desarrollo y que avance en materia de desarrollo productivo y competitivo, con una política laboral activa, que promueva empleos de calidad con derechos, y que reconozca la relevancia de la economía del cuidado, buscando mecanismos entre el mercado y el Estado para ampliar la provisión de servicios vinculados y para que las cargas del hogar estén equitativamente distribuidas entre hombres y mujeres. Un modelo sólido que fortalezca la democracia, la transparencia y la rendición de cuentas en las políticas públicas, centrado en los derechos humanos.
Se impone para nosotros como municipio, un desarrollo sostenible que nos marque el camino de la recuperación y la transformación, lo que requiere de la implicación de toda la sociedad para que realidad sea la integral prosperidad, imprescindible para avanzar hacia sociedades más justas, equitativas, igualitarias y respetuosas con el medio ambiente. Es proyectarnos a superar todo asomo de crisis en lo social, ambiental y económico. Dar paso a un modelo de desarrollo con mayor grado de igualdad, respeto por la naturaleza y el medio ambiente, así como de defensa de la democracia y los derechos humanos, en la afirmación que una recuperación desigual no es una recuperación. El llamado es a salir avante, lo cual exige altura de miras, pactos a todos los niveles, reformas en profundidad, un impulso a la integración regional y la voluntad de todos los actores de la sociedad para una transformación eficaz y sostenible. amerlyng@gmail.com
*Administrador de Empresas. Especializado en Proyectos de Desarrollo. Asesor y Consultor Político y Empresarial