Por: Iván Meneses – Periodista
Un joven que salió de su tierra a otra tierra en busca de un buen futuro profesional, jamás imaginó que ahí conocería al amor de su vida.
Todas las mañanas el muchacho salía de su casa con rumbo a la institución educativa donde estudiaba. Al llegar a la esquina veía pasar a una hermosa mujer, que lucia una sudadera azul, suéter blanco con mangas rojas, un morral y tenis blancos. Pero eso no fue lo que sorprendió al muchacho, sino el caminado coqueto, cuerpo enguitarrado, sus ojos claros y principalmente le llamó la atención su hermosura.
Suspirando al ver aquella belleza angelical, el muchacho salió entonces hacia el colegio. Al llegar las doce y media del día, hora en la que culminaban las clases, de prisa caminó para tratar de volver a ver a aquella mujer. Pasaban los segundos, los minutos y las horas, pero no se veía rastro de ella.
Al día siguiente el joven decide esperar en la esquina. A lo lejos divisó a la desconocida mujer. Mirándola a los ojos intentó dirigirle la palabra, pero éstas no salían de su boca, pareciera que el hombre hubiese quedado paralizado .
Con deseos de saber más de esa mujer, cuya belleza dejó casi hechizado el joven, decide llenarse de valentía y darle un saludo de buenos días, pregúntarle el nombre y a que hora salía de clases.
Al día siguiente el muchacho decide salir más temprano de su vivienda y se dirige hasta la otra esquina a comprar unas deliciosas arepas de dulce para el desayuno. Suspirando dijo: ¡Oh, Dios mío, allí está esa mujer!
Aprovechó entonces el momento y le dijo un poco nervioso :¡Buenos días!, ella lo mira y responde, ¡buenos días!.
Él le pregunta en qué colegio estudias, ella le dice el nombre del claustro estudiantil.
Contento se fue el muchacho agradecido con Dios por haberle dado la bendición de poder ver de cerca y dirigirle la palabra a la joven y además, porque ya sabía algo de ella. En esa cercanía pudo darse cuenta que no se trataba de una mujer cualquier, sino de un angelito.
Al otro día como de costumbre se dirigía al colegio. Llega a la misma esquina y a lo lejos ve venir a ella, esa que parecía un ángel en la Tierra. Vuelve el joven a saludar a la exótica niña: ¡Buenos días!, ella con una sonrisa le responde, ¡Buenos días!. Ella se dirigió hacia la tienda de la esquina, compra un Bon Yort y un pudín de chocolate (Ramo).
Él, aprovecha una vez más la oportunidad que Dios le estaba brindando para conocer a aquel ángel. Se presenta, ella también lo hace diciéndole su nombre con una sonrisa que realmente parecía propia de un ángel del Cielo.
En ese instante las manos del muchacho sudaron, temblando de la emoción y asombrado por volver a estar cerca y saber su nombre, le pregunta si le puede acompañar a abordar el autobús o taxi. Ella aceptó. Camino hacia la parada vinieron los álamos por parte del hombre hacia la mujer, resaltando su belleza. Ella emocionada y un poco tímida le agradeció diciéndole que nunca nadie le había dicho cosas bonitas. Bueno, será porque no tengo novio, puntualizó la joven.
Abriendo los ojos sorprendido el muchacho exclamó: ¿No tienes novio?, ella responde NO. Al preguntarle el porque sin novio, ella le responde “Ese solo quiere ya tú sabes, lo que ustedes los hombres quieren de uno”, y además, él andaba con otra”. Al escuchar esas palabras de una mujer tan linda, pero dolida y de tanto contemplar su linda figura, decide animarla alagando sus atributos y encantos femenino.
“Eres una creación admirable, tu juventud Rosa y tu adolescencia blanquirrosa, tus manos frescas y blancas poseen un encanto singular, tus ojitos soñadores y tu mirada Angelical, poseen un encanto singular como el folclor de mi tierra”.
Con un beso en la mejilla y una sonrisa de oreja a oreja, ella le agradece por tan lindas y sinceras palabras. De pronto me dice a él, yo salgo a la una del colegio y llego acá a las dos y media.
Al ver como abordaba aquel autobús azul, el joven deseoso de que se hicieran las dos y media se fue al colegio. Al volver esperó dos horas y media en el paradero. En ese momento cae un fuerte aguacero, pero el joven no le importó, ahí la esperó. Escapó y ella no regesó. El muchacho cabizbajo se marchó a casa.
Al día siguiente ella se disculpó por no haber llegado a tiempo. La lluvia la retrasó. Él la comprendió.
Transcurrieron los meses y en los jóvenes nació una bonita amistad, la cual se fortaleció hasta convertirse en una hermosa relación de noviazgo.
Él muchacho no podía creer que aquel Angelito como amorosamente le decía desde que la conoció, era su novia.
Serenatas, dedicatorias de canciones, chocolates, flores, salidas a playas, cine, parques, discotecas, piscina y otros, hicieron que el par de novios cada día se enamoraran más, a tal punto de planear casarse y formar una familia en un futuro a largo plazo.
Él la llamaba mi angelito, ella mi bebecito. Juntos formaban la pareja del momento e ideal.
Eran la admiración de pocos y envidia de muchos.
Fueron pasando los años y en la casa de ella se organizó una fiesta un siete de diciembre.
Entre comidas, tragos y música, la pareja se divertía en familia, sin pensar que al llegar la madrugada todo iba a dar un rumbo negativo.
El joven bebió tanto licor que se embriagó, pero no le importó porque estaba con la familia de su gran amor.
En un sofá de la sala se quedó dormido el novio, y la novia lo levantó para llevárselo a su habitación y acostarlo en su cama.
Ella se quedó al lado cuidando el sueño de su amado, pero un familiar suyo la necesitaba y salió del dormitorio.
Pasados los minutos a la habitación en donde descansaba el muchacho, entra una joven mujer con la excusa de estar buscando al angelito.
El joven se levanta diciendo: “Mi angelito hermoso tengo dolor de cabeza y creo que vomitaré”. La mujer lo contempla de arriba abajo, se acerca y le dice no soy tu angelito. De inmediato él la reconoce y le reclama preguntándole que hace en la habitación de su novia sabiendo que él estaba ahí en ropa interior descansando.
La muy atrevida le dice, ¡relájate! Te llevaré al baño, ven para que vomites. Él le responde llama a mi angelito. La mujer le responde, ella está ocupada, ven déjate atender, ¿Qué tiene ella que no tenga yo?
¡belleza espiritual! Le responde el joven enamorado.
Empieza a acariciarlo, sobándole el cabello, su pecho peludo e insinuándose sexualmente.
Al cabo de los minutos el joven estaba en la cama con aquella mujer desnudos, ella también estaba ebria.
De pronto entra a la habitación la novia y al ver que su novio está en la cama con otra, corre hacía él y le grita: Mi vida, ¿porque me haces esto?. Llorando con el corazón roto, corre hacía afuera. Muy discreta trata de disimular para que los invitados no se enteraran de la traición. Sale de la habitación el muchacho y casi se puede sostener de pie por la borrachera que tenía, le decía a su gran amor que no la quiso engañar, que fue aquella mujer con insinuaciones y engaños le hizo pecar. Luego viene la mujer y la novia la llama por su nombre y le dice, sin vergüenza y descarada, eres una mala prima. Pensé que eras más seria. De repente le da una abofetada.
Al día siguiente aquel hermoso angelito toma la dolorosa decisión de terminar la con su amado.
La familia de ella se entera de lo sucedido. El padre, hermano y otros miembros de ella apoyó al muchacho, porque realmente no le fue infiel bajo su propia voluntad. La prima del Angelito, no tuvo otra opción que decir toda la verdad. Pero era demasiado tarde el joven había desaparecido de la vida de su Angelito marcándose a su tierra. Allá se enamoró de una paisana suya, pero no era igual. De aquel amor tan grande, bonito e inigualable solo quedaron los momentos vividos, las canciones que se dedicaban.
El perfume de su piel, el aroma y los momentos de pasión y romance, están vigentes en el corazón de cada uno.
Desde aquella noche para el joven todo se derrumbó, nada ha sido igual.
Hubo un tiempo en el que ambos tenían encuentros casuales y revivieron los momentos de amor que vivieron. Habían decidido darse una oportunidad, pero realmente era demasiado tarde porque con el pasar del tiempo él se volvió a enamorar de una chica, quien lo traicionó. Luego se comprometió, pero dice que ninguna de las mujeres que ha tenido le han dado la talla a su ex angelito.
Actualmente aún la recuerda y añora volver a estar en sus brazos, pese a que ambos están comprometidos con sus respectivas parejas e hijos.
Los lugares a los que solían visitar para compartir momentos inolvidables como enamorados, aún lo recuerda con nostalgia y a la vez felicidad. Una de las cosas que más hacían era bañarse en los aguaceros.