Por: Lourdes Margarita Guerrero Pavajeau*
Hace unos días, exactamente el pasado 14 de marzo, leí un trino en twitter de la senadora María Fernanda Cabal: “Lo que pagamos los colombianos en impuestos, no es para pagarle a los criminales para que dejen de delinquir. Los criminales a la cárcel y los recursos para ayudar con obras, educación y seguridad a la ciudadanía”. (sic)
Llama mi atención, como la autora de este escrito, concibe y transmite lejanía entre impuestos y “criminales en la cárcel”, cuando es inminente su cercanía. Al llevar, “los criminales a la cárcel”, les estamos pagando con lo que tributamos los ciudadanos en impuestos, ya que les entregamos techo, en hacinamiento, pero techo, comida, agua, luz, en pésimas condiciones, pero gratis, opciones para estudiar y trabajar para obtener rebaja de penas, es decir, todos los colombianos, subsidiamos y mantenemos a los reos y condenados, porque los centros penitenciarios se sostienen con nuestros impuestos, tanto reclusos, como parte administrativa, la que, según frecuentes noticas, es corrupta.
Muchos comentarios como el referenciado, se encuentran constantemente en las redes, con tintes de rencor y odio, sin ningún respeto por el otro, parecen, en competencia con algunos medios de comunicación, que convierten estos portales virtuales en un ring, en donde muchas personas, al igual que la senadora, piensan que el único camino para los infractores es la cárcel como castigo, cuando las normas hablan de rehabilitación y resocialización, teniendo en cuenta que todos somos partes de la sociedad y todos la hemos construido con sus guerras y crímenes, las acciones de los humanos las tenemos por aprendizaje de mayores a menores. Insisto, como en columnas anteriores, que “el comportamiento de una sociedad joven es el resultado de lo que los mayores han ensañado a sus jóvenes”.
El gobierno actual, tiene propuesta para entregar subsidio, fuera de establecimiento carcelario, a jóvenes infractores, con una supervisión para que estudien y entren al mercado laboral, como un mínimo ingrediente para el inicio de construcción de paz en este sector. Tener el castigo como única alternativa, considero que es tejer hilos del odio y, para colocar granos para una sana sociedad, es menester, caridad y respeto hacia todos los seres humanos, así no podamos aprender el amor a los demás, si debemos cultivar la solidaridad.
Constantemente, en alocuciones gubernamentales, medios de comunicación, redes y rumores callejeros se habla de paz, todos la queremos pero no la hacemos, este estado de satisfacción aristotélico no se hace con una cátedra escolar o religiosa, teórica o virtual en centros educativos, es con hechos, sin armas, sin odios, avaricia, acumulación de dinero, explotación y desplazamiento, es con ascenso en espiral hacia la educación y solidaridad entre todos; menos camándula y más acompañamiento educativo social.
Concluyo, que sería viable poner en una balanza las dos proposiciones, “cárcel como castigo” o “subsidios para estudios y mercado laboral” con supervisión, y analizar, inclinando hacia lo más conveniente para nuestro país y joven sociedad. Mi balanza, obviamente humanista, sin el más mínimo asomo de duda, está totalmente inclinada, hacía la última opción.
*Lourdes Margarita Guerrero Pavajeau. ambalu2003@hotmail.com – Publicista. Filosofa. Conferencista. Laureada Poetisa y Narradora colombiana. Docente Universitaria.
Entiendo que sólo hay una cárcel en el país diseñada para resocializar, el resto sirven para aumentar el resentimiento y continuar delinquiendo desde las mismas cárceles. Lo que pretende nuestro presidente es hacer lo que las cárceles no hacen. Excelente reflexión.
Las cárceles son características esencial del régimen del totalitarismo. La única opción es la educación profesional integral.