Por: José Manuel Herrera Brito
No podemos como ciudadanos dejarnos llevar por lo que sucediendo está en nuestro entorno. Tenemos que buscar, camino de solución, las adecuaciones pertinentes, so pena de perder lo construido, sobre lo que edificarse pueden avances significativos y de paso despojarnos de la indignación y desesperanza que nos produce la tanta desidia con que manejándose está la cosa pública entre nosotros, generando lo cual apatía, desgano, desestabilización, sin razones, y una pasmosa realidad en negativo con la que nos está tocando vivir y que afecta democracia y convivencia, opacando nuestro horizonte, que debe estar soportado y animado en el respeto y el bienestar de la población, en lo que sobremanera importa el diálogo inteligente, que no la prepotencia y la vanidad.
Nuestro porvenir no puede estar marcado por la estulticia, no apoyado por actos de arrogancia. No puede ser ni lo uno ni lo otro, la expresión de los gobernantes. Quienes aún creemos en la democracia no logramos asimilar las barbaridades que se están diciendo por su parte para justificar ineficacia e ineficiencia; ya que pareciera existir una fuerza que quisiera erosionarla, debilitarla, destruirla para que se desplome sin importarle las consecuencias, lo que nos lleva a preguntarnos: ¿qué buscan? La democracia tiene reglas, marco jurídico, deberes y derechos, que deben ejercerse con responsabilidad y compromiso; romperle su armonía implica opacar el horizonte; desestabilizar la convivencia genera odio, rencor, polarización; trasciende socialmente y señala caminos equivocados que llevan al abismo.
Hay tufillo de malestar, de descontrol, de inseguridad, de ruptura, cuando requerimos de serenidad y estabilidad, ya que queremos recuperar el tiempo perdido en todos los campos. Muchas cosas no están funcionando. Se puede discrepar, pero desde la razón y no de la imposición. De igual manera, tener claro que razonar en una democracia es fundamentar una postura política que verdaderamente nos haga crecer como sociedad. Es tener un horizonte que posibilite acercar ideas y reforzar sus bases, lo contrario traduce minar los pilotes de las ramas del poder público, lo que desvanece el horizonte se diluye y deja de ser el referente que refuerce los valores que deben regir un Estado de Derecho.
No podemos jugarle, apostarle ni hacerle eco al caos y la desestabilización de las instituciones democráticas. La ingenuidad, en esta perspectiva, es la negación de la razón, y sin ésta, es imposible sostener la democracia basada en la libertad como en la capacidad de convencer desde el dialogo y la escucha, Nada ganamos desde la división y la confusión. La única forma de lograr unidad, que no la división, es que la razón supere la sinrazón. Las bases de la democracia deben fijarse, asegurarse con un ejecutivo sólido, apoyándose en quienes creen en la dinámica democrática. Un gobierno debe tener coherencia, al mismo tiempo que una voz que transmita solidez, respetando las instituciones que nos hemos dado y ser el referente para una convivencia sana y saludable, por lo que precisamos referentes políticos que trabajen por afianzar los ejes que serán los cimientos de la democracia. La solución es un panorama que despeje dudas, incertidumbres y permita avanzar sin temores. saramara7@gmail.com