SAÚL ALFONSO HERRERA HENRÍQUEZ

Por: Saúl Alfonso Herrera Henríquez*

Reclama Santa Marta una administración cargada de números positivos en los más de sus sectores, que respondan a las propias y reales necesidades de la población, que desafortunadamente como muchos pensaron, no pudo ser durante estos últimos doce años, que se fueron en paños de agua tibia y en un todo insustancial. Apenas un mediocre pasar, sin transformaciones positivas valederas, sin decisiones de importancia, sin la firme convicción de progresar, ese gran secreto para mantenernos, ponernos objetivos diarios, comprometemos a cumplirlos pase lo que pase, crear hábitos que cambien grande y positivamente, lo que impone acción perseverante y continua hasta conseguirlo, lo que no se dio.

La Ciudad de Santa Marta, nuestro Distrito, entrado en sus primeros 500 años, debe ser una nueva urbe, la grande que soñamos, sin tanteos, sino con números, con datos que sumen, y no como los de hoy que funestos están ahí, son públicos y están a la vista de todos de manera negativa, como es el caso en materia de inseguridad. Aumentan los delitos de alto impacto, los feminicidios, que necesitan una estrategia que incluya atención a las causas estructurales de la violencia, ampliación y fortalecimiento de la fuerza policial, inteligencia e investigación para combatirlos y coordinación con los otros niveles de gobierno. Implementar este modelo y la participación activa de la sociedad, reducirá robos, extorsiones, secuestros y otros delitos de alto impacto, en diversas zonas de la ciudad, a efecto que por fin el ambiente de seguridad sea palpable y tengamos por fin una paz octaviana como antes fue, lo que impone igualmente combatir hasta debelarlos, a los grupos de la delincuencia organizada, a las agrupaciones que delinquen en nuestro suelo desarticulando sus diversas células.

Transformarnos positivamente en lo social es otro aspecto importante que debe hacerse visible en todos los ámbitos de la ciudad con pilares que funcionen como espacios de cultura, arte, deporte y educación, y beneficien a miles de personas que deberán encontrar en ellos un lugar de convivencia social que además de alejarlos de situaciones de riesgo y conductas nocivas; ayuden a reconstruir el tejido social en zonas de alta marginación y vulnerabilidad, especialmente.

A ello, por supuesto, hay sumar las inversiones en el terreno de la sañiud y la educación en la visión que deben ser efectivamente un derecho y no el privilegio de unos o para unos cuantos, llevarse a la praxis y convertirnos en una de las ciudades con la tasa más alta personas debidamente atendidas en ambas áreas.

Tenemos que convertirnos, no en cuna de la delincuencia organizada, sino ser génesis y materia prima de una nueva generación de profesionales son formados con los más altos estándares educativos. Un cambio de modelo como éste, que desvanezca la política de la selección sistemática que deja a millones jóvenes sin oportunidades de estudio, es lo que requerimos. Seguridad, política social, salud y educación, nos darán como ciudad un nuevo rostro y siempre en progreso. saulherrera.h@gmail.com

*Abogado. Especializado en Gestión Pública. Derecho Administrativo y Contractual. Magister en Derecho Público

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