Por: Saúl Alfonso Herrera Henríquez*
Muchos asuntos que no debieran van de mal en peor. Ríos que se salen de madre inundando campos y ciudades. Carreteras erosionadas unas e inacabadas otras. Delincuencia que cabalga a sus anchas. Fuerza Pública con freno de mano. Inseguridad que minimiza la confianza ciudadana. Temor en los núcleos familiares. Corrupción en rauda carrera. Suspicacias y susceptibilidades entre vecinos. Tragedias que matan personas. Sobresaltos por doquier. Crónica roja a tope. Ausentes: armonía, convivencia, cohesión social, integración y paz.
Mientras tanto, mezquindades, codicias, ambiciones desmedidas, egoísmos y apetitos políticos se muestran cada vez mayormente voraces. Muchos de los aspirantes, que ya asoman, la mayoría sin un intelectual soporte que los avale, trayectoria, experiencia, ni demostraciones de primera condición administrativa pública ni privada, oficiando como candidatos ofreciendo en discursos con los que cree lucirse, solo humo con cantos de sirenas en ruta a pescar incautos. Otros actores bloquean iniciativas y cohonestan procederes irregulares sin atender lo normado constitucional ni legalmente, lo mismo que archivando lo que no les interesa e impulsando asuntos que solo convienen a los oscuros intereses de los mandatarios de turno y los de ellos. Definitivamente en alza los liderazgos negativos. Liderazgos nada que ver. Escazas propuestas de valía. Los más, inmersos en críticas destructivas con ánimo de vindicta, girando en torno a odios, resentimientos y disputas. Abruma en grado superlativo la mediocridad.
Aspirantes en su mayoría que, vistos con objetividad e imparcialidad en sus peroratas, confunden, deprimen e indignan, Se mueven entre lugares comunes, mentiras toleradas, medias verdades, suposiciones y rumores, creyéndose dueños del universo y poseedores de todas las razones y verdades reveladas. Definitivamente así, no somos para nada viables como ciudad ni departamento. No podemos serlos sin solidaridades, tolerancia ni espacio para los otros. Las mejores y buenas iniciativas se obstaculizan. La mano tendida trocada por la que empuña piedras y garrotes. Vamos camino a ser una sociedad disuelta de no aplicarse los correctivos pertinentes y no pensar más en ella y en el porvenir.
Tenemos que ser territorios auténticos, indudables como tales. Una sociedad pujante, que ahorre, trabaje, cultive, reflexione es sus más elevados y superiores intereses y no se autodestruya, ni se desgaste buscando desaparecer a su adversario, al que debe combatir desde la argumentación. Una sociedad fundamentada en democracia, sin camuflajes, sin absurdas ambiciones, sin radicalismo, soberbia, demagogia ni autoritarismo, que desdibujan la auténtica representación del pueblo y que han cambiado en masa una masa informe que han hecho objeto de una y mil manipulaciones, transformando sus ilusiones para afianzarse en el poder con desprecio de la comunidad.
No podemos seguir siendo unos territorios sin confianza en nuestros líderes, dirigentes y mandatarios. Requerimos de orientadores y conductores positivos, abiertos al diálogo y apunten a lograr consensos mínimos en espacios de Estado de Derecho, camino a afianzar soberanía, legitimidad y progreso. Solo así seremos tanto posibles como viables. Manos a la obra.
*Saúl Alfonso Herrera Henríquez. saulherrera.h@gmail.com – Abogado. Especializado en Gestión Pública. Derecho Administrativo y Contractual.