Por: Ec. Esp. Omar Escobar
Las personas desde que nacen vienen con una serie de capacidades y potencialidades, las cuales deben seguir cultivándose y adquiriendo nuevas destrezas. Esta capacidad se denomina “tendencia a la realización”. Por el contrario, cuando el individuo no se cultiva a sí mismo, hay una tendencia a que se vuelva un ser rígido, defensivo, atado, amenazado y ansioso. Son factores que inciden en el temperamento y la personalidad, toda vez que ésta modula el comportamiento del sujeto a partir de factores psicológicos, sociales, culturales, entre otros.
En nuestro país, los contextos y la idiosincrasia de cada región, influyen y aún más cuando en ciertos contextos, hay diferencias muy marcadas por cuenta de la violencia y la pobreza, la sobreprotección y la extrema riqueza, es decir, los factores endógenos y exógenos que forman la personalidad, se mezclan de tal manera que crean individuos, extremadamente violentos y ambiciosos, pero también con carácter, recursividad y solidaridad. Podemos inferir que existen varios países dentro de un país; el país de las élites, el país de los empleados y el de los sin nombre. Sin embargo, uno de los factores que une a todos ellos, es la apasionada idiosincrasia religiosa. Si a finales del siglo XIX, el partido político como la religión se convertían en los patrimonios culturales heredables… hoy, la religión sigue ocupando ese privilegio. “virgen santa – gracias a dios” son algunas de las frases más comunes. Y si Ud, se asombra con la virgen de los sicarios, también hay un capellán castrense que bendice al soldado antes de salir a matar. Esto ha contribuido en los colombianos, a formar una mentalidad escatológica cristiana antes que razonable… más emotivos y afectivos antes que pragmáticos.
La mente humana, biológicamente evoluciona, pero la personalidad se desarrolla en contexto y es allí donde el Estado actúa, en pro de formar estructuras mentales alineadas a ideologías, idiosincrasias y religiones. En religión y política, los latinos actuamos con mucha pasión y por ende menos razonables respecto a un oriental o un anglosajón. El latino olvida fácilmente frente a los estímulos del marketing de todo tipo y son mucho más nacionalistas, patriotas y fanáticos: “patria o muerte” “doy la vida por…” el raciocinio pierde todo sentido frente a una bandera – la crítica se ausenta frente a una investidura, la objetividad sucumbe frente a la ideología subjetiva. Ejemplos: en la elección de un presidente, la gente no analiza, no investiga, y menos expone una hipótesis respecto a sus candidatos y programas; y quienes dicen hacerlo, no son capaces de vaciarse completamente de todo vestigio ideológico. Por ello, existen muchos opinadores en los medios de comunicación y las redes sociales, que pretenden ser objetivos, pero se enfocan en buscar los puntos débiles de sus oponentes para producir comentarios sesgados.
El carácter, ayuda a la toma de decisiones razonables y menos apasionadas, ejemplo de ello, los judíos, anglosajones y algunos asiáticos. La nación judía ha logrado avances importantísimos en educación, ciencia y economía, mientras que nuestros primos, los palestinos, aún cargan pobreza estructural. Singapur, otro de los países con un gobierno autócrata, muy similar al de China, avanzó en menos de 4 décadas hasta convertirse en uno de los 5 países más ricos del mundo. Su población está concentrada en la productividad y competitividad, antes que en los banales lemas europeos de “libertad y democracia”. Singapur es líder en la lucha contra la corrupción, incluso hay pena de muerte, mientras que en Colombia los congresistas se negaron a incrementar las penas de prisión por ese delito. En esos países emergentes, el problema lo extraen de la raíz, en occidente, los latinos son flexibles, esquivan, no se comprometen -dizque la política es de amigos y entre amigos no se pisan las mangueras. Han llegado al extremo de respetar los derechos humanos de los delincuentes. Ante la falta de disciplina o carácter, no funciona ningún sistema político, solo funciona el “aprovechar el cuarto de hora”, y por eso, Colombia diariamente pierde más de 140.000 millones de pesos diarios.
Aquí algunos candidatos se enfocan en denigrar y avasallar, antes que retar al oponente con megaproyectos. Es hora de repensar en términos económicos antes que políticos. Se requiere un candidato con carácter, disciplina y trabajo innovador… lo demás es añadidura.