Por: José Manuel Herrera Villa*
Se impone hoy por hoy, dada toda una serie de complejidades existentes de orden tanto endógeno como exógeno, la necesidad que hay de repensar ciertas empresas, especialmente las que conocemos como básicas o dinámica, definidas en su orden como aquellas que proporcionan servicios y productos de necesidad a la población las primeras; y, aquellas que proporcionan servicios y productos complementarios a los de necesidad de la población, las segundas. Unas u otras, cercadas por la incertidumbre sobre su porvenir, mismo que se agudiza con el paso de los días. La conflictividad laboral tiende a complicarse dada la caída del poder adquisitivo de los trabajadores, el cercenamiento de los derechos laborales, la pérdida de los puestos de trabajo y el rechazo a una ostentosa y pervertida burocracia sindical. La esperanza está puesta en las decisiones que puedan tomar las autoridades instituidas para su desarrollo, a las que correspondería la responsabilidad de abrir cauce al hermoso tiempo y espacio de repensarlas.
El modelo de desarrollo económico y social que sustentó el nacimiento de estas empresas, hace ya mucho tiempo que vienen dando señales de agotamiento, y en los últimos cuatro o cinco lustros no se ha desarrollado ningún cambio significativo en el proceso productivo y las relaciones de producción. Se ha instauró sí, un esquema de gestión administrativo burocrático que consolidó procedimientos equivocados para dirigir las empresas que dieron pie al surgimiento de grupos concéntricos de poder, causando daños asaz difíciles de cuantificar.
La realidad que actualmente viven estas empresas y las expectativas que se han creado alrededor de lo cual, imponen la apertura hacia un nuevo paradigma de gestión y producción que permita la incorporación responsable de los trabajadores al proceso productivo, que hace necesario modificar las prácticas administrativas, reducir los procedimientos burocráticos para reconfigurar las relaciones de producción como parte esencial de una gestión humana en el proceso productivo.
La pandemia provocó la desincorporación masiva de trabajadores y terminó de afectar los niveles de producción, realidad que las puso, dado el impacto sufrido al filo de la quiebra, al tiempo de convertirlas en presa fácil para la voracidad del capital transnacional; hecho cierto que exige repensar relaciones de producción, modelo de gestión y estrategias económicas para su ojala pronta recuperación, sobre todo por cuanto no es ya factible transferirles rentas como inversión directa con préstamos a tasas flexibles con bajos intereses.
La crisis de las Empresas básicas es multidimensional y para atraer inversionistas que posibiliten alianzas estratégicas se requiere sanearlas, bajar la dimensión de la conflictividad laboral reintegrando los derechos laborales vulnerados y reincorporar los trabajadores a la producción. El esfuerzo productivo no depende de unos pocos, todos son requeridos. La reincorporación debe ser planificada y responsable, evitando exigencias que no se pueden cumplir; pero, que los sindicalistas insisten tozudamente en perorar, aún a sabiendas de su improbabilidad.
El futuro de muchos colombianos se encuentra fincado en cientos de miles de empresas básicas o dinámicas, lo que impone reconfigurar, además del modelo de negocio y producción, nuevas prácticas de gestión humana dirigidas al trabajador como actor esencial del proceso productivo. La transformación de estas empresas no se reduce a estrategias de privatización o alianzas estratégicas para convertir inversionistas en parte del lobby internacional que busca flexibilizar las sanciones. La problemática es más compleja de lo que pueda suponerse y, en lo inmediato, requiere transparencia en la gestión de quienes tienen la responsabilidad primaria de abrir cauce a un nuevo rumbo para el país y este segmento empresarial. El escenario exige un debate cristalino, abierto y sincero con todos los sectores sociales, económicos, políticos e institucionales, como una de las formas e inicios mejores que nos lleven a superar este impase, a efecto que no se agrave y antes por el contrario supere los atascos en que se encuentra, para beneficio y provecho de la nación, el empleo, su economía y su gente.
*José Manuel Herrera Villa. jomahevi@gmail.com – Profesional en Administración y Finanzas. Especializado en Auditoría Integral. Formulación, Evaluación y Gerencia de Proyectos de Desarrollo