Por: Ec. Omar Escobar.
«Los aranceles tienen como objetivo hacer que EE.UU. vuelva a ser rico y grande otra vez», dijo en¿ marzo de este año Trump en un discurso ante el Congreso. «Y está sucediendo. Y sucederá bastante rápido. Habrá una pequeña perturbación, pero estamos bien con eso. No será mucho», agregó, como esquivando a esa “perturbación”. Al parecer, el equipo económico de Trump, tuvo en cuenta un estudio del Harvard Business School titulado «El traspaso de aranceles en la frontera y en las tiendas: evidencia de la política comercial de EE.UU.», publicado en 2021, el cual afirma que solo una cuarta parte del arancel se traslada a precios. El documento analizó los precios en el primer gobierno del supremacista (2017-2021), comparando los precios de importación antes y después de los aranceles y hallaron que, por ejemplo, que ante una tasa de 20%, hubo una disminución de 1,1% en el precio por parte del proveedor y un aumento de 18,9% en el precio total pagado por el importador estadounidense. Luego estudiaron qué pasó con los precios que tuvieron que pagar los consumidores finales de los productos importados en dos grandes cadenas minoristas. Al final concluyeron que un arancel del 20% implicó un aumento del 0,7% en los precios minoristas de los productos afectados. Sin embargo, al inicio de este año, uno de los autores de esa investigación, el argentino Alberto Cavallo, dijo: «Si los aranceles persisten y las empresas ya no pueden absorber los costos, es probable que se produzcan precios más altos para el consumidor y que la transferencia sea prácticamente completa”. Solo por citar un ejemplo, el precio del nuevo iPhone 17, proyectado en $799, ahora quedaría en $1.100. Esto se sustenta en una estimación del Peterson Institute for International Economics, publicada en mayo de 2024: “aranceles universales del 10% y del 60% para China, le costarían unos US$1.700 al año al hogar promedio estadounidense”.
Es obvio que las empresas no quieren perder dinero y por ende, estos aranceles, conllevan un aumento de impuestos y en consecuencia el incremento de los precios a los consumidores estadounidenses. Bien lo anotan dos estadounidenses cuerdos: El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, dijo a mediados de marzo que el país se estaba acercando a tener controlada la inflación (2,8% anual), pero que, «con la llegada de la inflación arancelaria», su reducción «puede verse retrasada». De este lado, también esta la directora ejecutiva de la cadena de tiendas de electrónica Best Buy, Corie Barry, quien advirtió sobre la subida inminente de precios. «Prevemos que los proveedores de todo nuestro inventario transferirán algún nivel de costos arancelarios a los minoristas, lo que hace que los aumentos de precios para los consumidores estadounidenses sean muy probables».
Ante la coyuntura arancelaria, las opciones de los importadores gringos para subir los precios, es buscar otros proveedores, comprar a un país con menos aranceles o cambiar a productos similares más baratos. Pero eso no siempre es posible, además el proteccionismo actual, no implica que los estadounidenses vayan a producir los productos importados. El primer intento de esa política, en el primer mandato de Trump, conllevo a incrementar el déficit fiscal de -$832.601 (M.€) a -2.205.633 (M.€).
Tampoco se puede olvidar el intento cuando Latinoamérica intentó desarrollar un proceso de “industrialización por sustitución de importaciones” en favor de la producción nacional. Los altos aranceles no tuvieron el impacto esperado, dado entre otros factores por escasos mercados externos, que aplicado a USA, aplica por la fuerte competencia de China.
De continuar con esa política, la inflación tenderá a subir, haciendo que los estadounidenses puedan comprar menos y tributen más. A la par, se debilita el dólar y en ese sentido puede mejorar su balanza comercial, toda vez que logre poner a todo el mundo occidental en contra de China… escenario poco probable, pero factible. ¿Porqué? Actualmente, USA no pueden competir con Asia, dado el quebranto de la productividad. Entonces, en el cuarto de hora que le queda, pretende la sustitución de importaciones y la promoción simultánea de ciertas exportaciones para potenciar industrias con alto valor agregado y productos altamente competitivos como la producción de microchips, los metadatos, IA, robótica. Me atrevo a afirmar que en dichos sectores hay inversiones de los magnates que hoy hacen parte del círculo más íntimo de Trump. Tratar de defenderá los “sectores privilegiados” de la competencia China y transfiriendo recursos del Estado, es su propósito. Si lo logran, habrán salvado sus negocios, así el resto de la economía se vaya de pique.