Por: Rafael Robles Solano*
Con ocasión de los sorpresivos resultados electorales de la primera vuelta, venimos asistiendo como es lógico a las movidas estratégicas de los diferentes partidos y movimientos políticos nacionales y regionales. Sin embargo, llama la atención la manera frívola en que la mayoría de esos grupos optan por una de las dos opciones en juego, sin emprender un análisis previo serio y concienzudo de los programas o plataformas que ofrecen para gobernar cada uno de los candidatos, porque lo que se observa es como se alienan favor de uno u otro, exteriorizando no solo sus simpatías como es apenas natural y obvio, sino y es lo que motiva el titular de esta presentación, ver como afloran de manera preocupante los rencores y odios en contra del adversario, extendiendo estos resentimientos a los seguidores del otro bando.
Ambas vertientes en medio de la confrontación aludida se dirigen a sus antagonistas pidiéndoles evitar la polarización, sin admitir y menos reconocer que son ellos mismos con sus improperios, los que atizan más estas confrontaciones, hasta el punto de que, en la actualidad estas diferencias parecen irreconciliables. La situación enunciada puede tornarse en cualquier momento como un factor detonante de hechos no deseables y peligrosos, porque de paso involucran y ponen bajo sospecha hasta la misma entidad encargada de los resultados y escrutinios electorales.
Ambos candidatos basan sus propuestas en el cambio, donde se destacan las luchas contra el flagelo de la corrupción, la pobreza, la educación, el medio ambiente y la seguridad, solo por enunciar las principales, sin embargo, uno de ellos tiene más definido el marco de reivindicaciones sociales en el que pretende actuar, mientras que el otro, recurre a su capacidad gerencial para disputar y acceder a los votos de los ciudadanos.
Pero más allá de sus propuestas, lo que apreciamos, es que los electores se han embarcado en un debate confrontacional contra sus rivales y detractores, en campañas mediáticas especialmente en las diferentes redes con señalamientos y mensajes cargados de odios, de propagandas sucias, que denigran no solo de cada candidato y sino también de sus seguidores, destruyendo amistades, relaciones personales, familiares y comerciales, lo cual indica que la sociedad en su mayoría, no ha conseguido superar los históricos rencores que en el pasado inundaron de sangre y violencia de toda clase las tierras colombianas.
De otra parte, causa tristeza observar por estos días previos a la segunda vuelta cómo ciudadanos del común, profesionales, empresarios, etc., pero especialmente ver a los líderes y demás dirigentes políticos corriendo y casi que implorando al candidato que se declara independiente y sin compromisos partidistas, que sean aceptados en el vehículo triunfalista, aceptando las condiciones proclamadas e impuestas por dicho personaje, intentando no perder del todo sus privilegios burocráticos, riesgos que asumen con la convicción de pensar que si éste llegase a ganar, tendrá necesariamente que negociar con ellos, porque de lo contrario, se expone ante la falta de representación en el Congreso, a que no le permitan adelantar los cambios que promete. Lo cual conlleva a que éste como ya anunció, declare una conmoción interior y pida deslegitimar a los congresistas. Lo cual si es y representa un enorme riesgo para la estabilidad democrática del país.
Finalmente, para que no se me tilde de totalmente parcializado, comento del otro candidato, al que se le reprocha su generosa apertura a las adhesiones brindadas por los diferentes movimientos políticos que viene recogiendo, en aparente contubernio con ellos para consolidar sus propuestas de cambio, advirtiendo que su figura tiene mucha resistencia en diferentes sectores, por la enorme demagogia que lo precede.
*Rafael Robles Solano. Secretario Ejecutivo LIDERESOCIAL. lideresocial@hotmail.com