Ruben Darío Ceballos Mendoza

Por: Rubén Darío Ceballos Mendoza*

La presente administración nacional, ataviada de democracia, más que funesta es mentirosa y perversa, en la que su presidente, creyéndose investido cual todopoderoso, pretende tomar decisiones omnimodas que además cree son las que más convienen al país, lo cual no es cierto ni siquiera de lejos, pero, sobre todo, a él mismo, lo que tampoco es cierto. Colaboradores cercanos que le brindaban ciega lealtad, lo critican hoy frontal, acerbamente y poco a poco se desgranan desilusionados de la mazorca de un poder mal llevado, peor conducido y pesimamente encaminado. Desea el mandatario de los colombianos el poder absoluto, y como Ejecutivo, dictaminar el futuro del país sin interferencias ni contrapesos, lo que gracias a nuestra institucionalidad no le será en sana lógica del todo expedito.

Los ciudadanos en franja de edades intermedia, fueron quienes erróneamente conformaron la mayoría de votantes que lo llevó al poder, y hoy, confesamente arrepentidos, experimentan las consecuencias de lo que pretende ser un presidencialismo absoluto; ascenso al poder que se cuestiona dadas toda una serie de irregularidades que propiciaron una ventaja electoral, quedando en entredicho transparencia y veracidad de los guarismos lo que de una u otra forma, nos sucedió, protervamente, a decir de muchos, sobre la base de soportados indicios, que hace ilegitima su llegada al poder.

Hoy a diferencia de ayer, que no se garantizaba totalmente el acceso a la información requerida en distintos asuntos y mucho menos a los de corte electorales, se tiene superior acceso a detalles en esta materia; así, es dable enterarse de grandes actos de corrupción. Otrora, el gobierno daba todos los servicios de comunicaciones, no existían los celulares, solamente los teléfonos fijos, servicio postal y telegramas.

Por esto y por mucho más de orden protervo que nos viene aconteciendo, la propuesta de la primera autoridad de la nación que apunta a su reelección o línea de sucesión basada en la continuidad de la administración más desastrosa del país, no debe ni puede darse bajo ninguna circunstancia, así aun no conozcamos, como es lógico, las propuestas de los aspirantes de las otras facciones políticas que aspiren a sucederlo, en la seguridad que todas serán mejores que las que maneja quien hoy nos gobierna. Independientemente de lo cual, lo único que debe sernos cierto, así tengamos una grande batalla por el alma del país, es que no podemos bajo situación alguna, repetir esta tan funesta como caótica e irrepetible experiencia. rubenceballos56@gmail.com

*Jurista

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