Enrique Herrera

Por Enrique Herrera @enriqueha

En la vida hay dos cosas seguras, la muerte y el cambio. La muerte es un tránsito final y en cuanto al cambio, lo único que no cambia es el cambio.

La marcha del 21 de abril recordó que nada es estático y que las mayorías, esas del 2022 -las que le dieron el triunfo estrecho a Petro- cambiaron de lugar, están en otro lado, transitaron a un momento conservador.

La confianza a las reformas sociales y a las demandas de cambio -otorgada a los inicios del gobierno – han sido sustituidas por una actitud conservadora, orientada a proteger el presente, lo alcanzado, por ejemplo, la salud, el ingreso, el empleo, la seguridad y las pensiones. El péndulo se devolvió.

De hecho, las pasadas elecciones de alcaldes y gobernadores, la desaprobación de Petro en  las encuestas y la marcha del 21A así lo corroboran.

En la historia hay múltiples ejemplos en los qué, una ola de cambios que la ciudadanía reclamaba es sustituido por una  ola restauradora. Pasó cuando a Obama lo sustituyó  Trump y luego a Trump, Biden  o en Chile con la constituyente  o en Brasil con Bolsonaro y Lula y ahora  en Colombia con Petro y sus reformas. La gente reclama cambios, pero no esos cambios.

La marcha del 21A fue una movilización sin dueños, inorgánica, sin núcleo y de generación espontánea. Visibilizó la distancia entre lo que la sociedad quiere y lo que el gobierno le está proponiendo, o en otras palabras, la brecha entre el país de Petro y el país nacional.

Y envió un mensaje incuestionable: Un rechazo al presidente. Y planteó un interrogante ¿El péndulo reclamará para el 2026 un gobierno en las antípodas del petrismo, en el otro extremo o, preferirá una posición intermedia? Eso lo responderá la inseguridad, la economía y  la zozobra ciudadana, es decir, la gestión y radicalización de Petro. 

Lo que también dijo la marcha es, no a cuatro años más de lo mismo, o sea, de  gobernar:  i) por twitter; ii) sin datos y sin documentos técnicos; iii) desde la confrontación y la polarización; iv) desde la radicalización; v) desde la imposibilidad de lograr acuerdos y resultados; vi)  desde el dogmatismo, el populismo, la posverdad; vii) destruyendo lo construido y vii) desde marchas y contramarchas.

Las mayorías no votarán por el mismo estilo y  formas porque está ¡mamada! de lo mismo.

La marcha 21A, de manera contraintuitiva, no está fragmentando la sociedad sino al contrario, está uniendo en una amalgama, en la heterogeneidad, a la gran mayoría en contra de Petro. El país no está partido en mitades iguales  como en los tiempos del plebiscito por la paz, sino que la correlación de fuerzas es muy desigual. Petro se queda con su reducto, eso se vio en la marcha de ayer, del 1M, y del otro lado, se ubica la gran mayoría.

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