Francisco Javier Vásquez Asencio

Por: Francisco Javier Vásquez Atencio*

Existe alerta ante la denuncia por doquier respecto del ascenso de la mediocridad en cargos de dirección gubernamental de instituciones y corporaciones públicas, lo que según quienes así se pronuncian, da ello pie a lo que han denominado tiranía de lo políticamente correcto y a una preocupante erosión de la libertad de expresión, según ellos, algo que debe ser sagrado. Mediocridad y banalización crecientes de los asuntos públicos, han adelgazado una de las principales funciones de la democracia, como es dar cabal sentido a las cosas haciendo a cada persona responsable más allá de los estrechos límites de una extensión diaria, afirmación que se evidencia día con día cada que nos acercamos a la forma y manera en que se gobierna y gestiona la aguda como perversa crisis que acusamos a nivel mundial.

En tal itinerario, la democracia moderna, se sostiene y se ha dicho es hija de la fe en la razón propia de la época de la Ilustración, debiera haber alumbrado una forma de gobierno en la que la racionalidad humana impregnara la función de gobiernos, parlamentos y jueces. La realidad es la que es: concentración del poder y colosales campañas de manipulación y control social para granjearse el seguimiento generalizado de las masas indefensas ante la colosal campaña de consumismo insolidario del presente.

Robert. A. Dahl, ha señalado que en los tiempos del llamado posmodernismo es necesario potenciar la civilidad, la vida intelectual y la honradez moral algo que hoy en general brilla por su ausencia en las principales terminales de las tecnoestructuras dominantes. Porque, sin valores, sin cualidades morales, falla el fundamento principal de la democracia: la centralidad de la dignidad humana. Hoy, es paradójico, se usan los resortes del tecnosistemas

No podemos permitir que se abandonen bajo punto de vista alguno los hábitos vitales de la democracia que, en opinión del filósofo John Devey, se resumen en la capacidad de perseguir un argumento, captar el punto de vista del otro, extender las fronteras de nuestra comprensión y debatir objetivos alternativos. Es decir, mente abierta, plural, crítica, compatible y, sobre todo, dispuesta a incorporar argumentos, vengan de donde vengan, si son aptos o positivos para resolver problemas de interés general. Algo que la polarización actual, deliberadamente inducida, lo impide. Poca argumentación, demonización del adversario y, sobre todo, guerra a la crítica, sobre todo si es constructiva. De aquí al abismo, no hay más que un paso no muy grande, cuando lo políticamente correcto es tender puentes y procurar los acercamientos que permitan y faciliten mayores y mejores espacios en franca democracia. franvasquez06. francisco.vasquez.atencio75@gmail.com

*Administrador de Empresas. Especializado en Recursos Humanos. Especializado y Magister en Gerencia Social. Diplomático.

¿Cómo le pareció el artículo?
+1
1
+1
0
+1
0
+1
0
+1
0

Por editor

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *