SARAH ROMERO PERIODISTA ESPECILAIZADA

Por: Sarah Romero*

Algunos genios siguen sin ser reconocidos, incluso en sus propios países, como el caso de Leonardo Torres Quevedo.

Ingeniero de caminos e inventor español. En 2022 (el 28 de diciembre) se cumplieron 150 años del nacimiento de Leonardo Torres Quevedo, pero a pesar de ser “el más prodigioso inventor de su tiempo”, ha de ser considerado como un genio en las sombras de la narrativa histórica, a causa de la fama de nación desentendida de la ciencia que tenía España en la época que él vivió (finales del siglo XIX y los inicios del XX). El menosprecio a la ciencia española y sus protagonistas se dio no solo en el extranjero, sino también en nuestro propio país.

Inventor universal. Leonardo Torres Quevedo nació en 1852 en Santa Cruz de Iguña, Cantabria. Realizó sus estudios superiores de ingeniería en Bilbao (y los completó en París); y posteriormente entró en la prestigiosa Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Madrid allá por 1871. En 1889 se instalaría definitivamente en Madrid, donde pudo conocer de cerca el progreso científico del país.

Su destreza académica fue evidente desde el principio y posteriormente su carrera abarcó varios campos, incluidas las matemáticas, la ingeniería y la aeronáutica. De hecho, no solo fue un gran inventor, sino que su trabajo es considerado precursor de la cibernética, del cálculo analógico y de la informática. Repasemos algunos de sus múltiples inventos:

Teleférico. El ‘transbordador’, según Torres Quevedo “un vehículo que surca los aires, suspendido de cables, entre dos puntos elevados del terreno”. Su primera patente fue presentada en Suiza en el año 1890 aunque fue rechazada. No cejó en su empeño y siguió persiguiendo sus sueños. Precisamente es el transbordador con el que millones de personas han sobrevolado las cataratas del Niágara en Canadá (a unos 236 metros sobre el nivel del mar). Era el primer teleférico o trasbordador de pasajeros construido en el mundo. Así es: un teleférico bilbaíno en Niágara. Se inauguró el 8 de agosto de 1916 y, desde entonces, ha transportado a más de diez millones de turistas sobre un tumultuoso remolino del río.

Las contribuciones de Torres Quevedo a su desarrollo fueron cruciales. Sus diseños mejoraron la estabilidad y seguridad de estos sistemas, permitiendo cubrir distancias más largas, incluida la espectacular instalación a través de las Cataratas del Niágara. Esto no solo demostró su talento en ingeniería sino también su habilidad para realizar demostraciones espectaculares de tecnología. Fue una iniciativa de la Sociedad de Estudios y Obras de Ingeniería, formada por ingenieros y capitalistas de Bilbao. A día de hoy sigue funcionando sin accidentes, circulando a 60 metros de altura y recorriendo 580 metros suspendido en seis cables.

El Ajedrecista. El primer juego de ordenador de la historia. Desarrollado en 1912, fue el primer juego en el que se podía jugar ajedrez contra un humano. Máquina vs humano. Lo que distinguió a este invento de muchos otros fue su capacidad de funcionar sin intervención humana, gracias a relés electromecánicos. Se presentó oficialmente en la Feria de París de 1914 y para muchos, fue el primer autómata capaz de jugar ajedrez de la historia. Este invento no solo mostró el dominio de Torres Quevedo sobre los sistemas mecánicos y eléctricos, sino que también sentó las bases para la programación informática y la inteligencia artificial del futuro. Este momento ayudó a que su figura y fama se extendieran a nivel internacional.

El Telekino. El primer mando a distancia de la historia. Quizá uno de sus inventos más futuristas fue este. Bautizado como Telekino, es considerado el primer dispositivo de control remoto. Presentado en París en 1903 en la Academia de Ciencias de París, este artefacto estaba destinado a controlar dirigibles y otros vehículos a distancia. Consiguió la patente ese mismo año en España, Francia, Estados Unidos y Gran Bretaña. ¿Cómo funcionaba? Utilizando ondas electromagnéticas, que permitía a los operadores ejecutar comandos a distancia, una tecnología que desde entonces se ha vuelto omnipresente en todo nuestro mundo, desde drones hasta aparatos electrónicos domésticos. El telekino es, sin duda, otro hito en la historia de la ingeniería a nivel mundial.

Calculadora mecánica. Máquinas algebraicas a principios del siglo XX. Torres Quevedo desarrolló una serie de máquinas capaces de realizar operaciones algebraicas de forma automática. Estos dispositivos o máquinas calculadoras podían resolver ecuaciones hasta de segundo grado. Eran artefactos analógicos que funcionaban asignando cantidades a rotaciones de determinados ejes u otras magnitudes físicas como valores eléctricos o electromagnéticos; esto es, resolviendo matemáticas con física. Su trabajo en esta área precedió e influyó significativamente en los desarrollos posteriores de la informática digital.

A pesar de sus monumentales contribuciones a la tecnología, Leonardo Torres Quevedo sigue siendo relativamente desconocido en España, eclipsado quizá por la enorme amplitud de su trabajo, que tocaba las más variadas disciplinas. Leonardo Torres Quevedo falleció en Madrid el 18 de diciembre de 1936 a los 83 años en su casa de Madrid cuando le quedaban unos días para celebrar su 84 cumpleaños. Su historia es un recordatorio convincente de los hilos ocultos de la innovación. Alfonso XIII le concedió la Medalla Echegaray. Fue elegido presidente de la Sociedad Matemática Española.

*Periodista Científica. Columnista Invitada

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