Ruben Darío Ceballos Mendoza

Por: Rubén Darío Ceballos Mendoza*

Hoy por hoy los jóvenes y la mayoría de los colombianos de bien somos conscientes de la torpeza gubernamental, monumental ella hasta más no poder. Agotada está su supuesta capacidad de persuasión, lo que impone la necesidad de establecer una forma y visión ideológica distintas para aproximarnos a la solución de los problemas que nos aquejan. Es impulsar a una generación formada en una bien entendida modernidad del pensamiento, cuyas emociones y recuerdos no proceden de las experiencias de revoluciones fallidas y mucho menos del fanatismo por acompañar ideologías totalitarias que han demostrado fehacientemente ineficiencia e incapacidad para generar bienestar colectivo.

Requerimos una generación que quiera un territorio en verdadera democracia y establezca garantías contra la destrucción del orden constitucional y el hundimiento de una normalidad existencial vilmente agredida por una cáfila de aventureros y corruptos que carecen del mínimo de dignidad y a quienes hay que rechazar definitivamente por decadentes. Necesidad tenemos de una generación que emerja con los elementos suficientes y necesarios para comprender la naturaleza de lo que la sociedad quiere sobre la base de sus propias realidades y necesidades. Una juventud que irrumpa con fuerza contra un Estado vacío de ideas, atestado de consignas, carente de esperanzas, lleno de rencor y amenazas a los segmentos de nuestra sociedad.

Interesa para todos, una juventud formada en otras condiciones que incida en el ánimo, las esperanzas y en el cambio de actitud de un colectivo humano ávido de respuestas a sus incertidumbres. Jóvenes que vivan una realidad en la que haya oferta de trabajo y bienes de consumo, que no permitan la disgregación patria, que posean identidad propia, que impulsen oportunidades de estudio y la existencia de gobiernos cuya duración y coherencia institucional confirmen la presencia de una sociedad pujante, segura, tranquila y en progreso.

Una juventud capaz de transmitir la sensación que verdaderamente representan la mejor opción para la recuperación de la autoestima de nuestros pueblos tras la pérdida de principios y valores, del trabajo, la pauperización de la sociedad civil, la quiebra de los servicios sociales, la marginación, la falta de estímulos al emprendimiento individual y la aberrante división y polarización. Es recuperar el país, construir sobre lo construido, reconstruirnos y diseñar nuestro propio destino, tarea inmensa en la que debemos y tenemos todos que acompañarlos.

Tenemos problemas, lo que amerita acciones que puedan instrumentarse para hacer más eficiente y efectivo avanzar, hacer evidente la intención de acercarnos, dialogar, escucharnos, entendernos, ser conscientes, visionar que la unión de todos es la clave para avanzar con éxito en la búsqueda y procura de un cambio en la conducción del país, lo que es una necesidad perentoria, en lo que ayuda construir, organizar la unión con propósitos, valores, principios, objetivos que sean coherentes, verdaderos, contundentes y viables y cuya organización y funcionamiento sea la expresión de toda la sociedad civil y no la visión limitada de los miopes que no dejan de faltar. Juventud y voluntad popular alrededor de un mismo objetivo es lo que necesitamos y tras ello debemos de ir a fin de consolidarnos como democracia.

*Jurista. rubenceballos56@gmail.com

TEMA ENLAZADO. LOS JÓVENES O LA ESPERANZA (I)

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