Por: José Manuel Herrera Brito
Como ciudadanos, individuos, familias, comunidad, sociedad, conglomerado, gremio, colectividad, pueblo, requerimos que nuestros dirigentes todos, sin excepción alguna, se aparten de polarizaciones, piensen en los acuerdos mejores en beneficio de nuestros habitantes. Anhelamos respiro para una población sometida a la perplejidad de los nulos avances, producto de denuncias de ida y vuelta, lo mismo que insultos, agravios, mentiras, montajes, y en fin mil y más desdoblamientos y argucias que solo generan desgastes a todos los niveles; y lo que es peor, a nada conducen. Se montan escenarios en los que unos apropiarse quieren de las gestiones de los otros, acciones que generan confusión, incertidumbre y desde luego que cero resultados. Necesitamos luces que iluminen los senderos que llevan a puerto seguro, correctos procederes, encuentros ciertos, reconocer diferencias, liman asperezas y hallar soluciones.
Es hora que hablemos con pasión, sinceridad y serenidad, para ver si posible fuera lograr al mismo tiempo ver los problemas desde todos los ángulos y de otras maneras. Se ha dicho siempre que la franqueza y la verdad ayudan cuando los problemas son neurálgicos y que lo difícil es mantener la capacidad de entender y abrirse a nuevas perspectivas. Lo cortés no quita lo valiente, razón valedera para hacer más llevadero los diálogos y hacer más fácil disentir, entender y llegar a acuerdos, esos muchos que necesitamos como pueblo. Superar las tensiones, comprender que no existe una sola propuesta posible y que las posibilidades deben crearse cuando los caminos se estrechan o parecen inexistentes. Todos debe poner de su parte. Es lo conveniente.
Si a lo expuesto se adicionan miradas, ópticas y distintas maneras de ver y vivir la democracia en contexto de diversidad, pero en la búsqueda de un buen gobierno y el bienestar general, los enfrentamientos estarán de salida, por cuanto solo habrá escenarios para el diálogo, afirmarse en razones, sepultar las equivocaciones y conducir progreso e integral prosperidad. Es salir cada quién de su zona, adentrarse en las problemáticas mayores y menores, importantes como prioritarias y urgentes, en la seguridad que saldremos con bien de las complejidades que acusamos y de seguir como vamos daremos al traste.
Los conflictos, por confusos que sean o parezcan, se resuelven en positivo a través de los cambios que podamos dar a las situaciones, lo que llevará a quienes participen, a agradecerles por entender que en aras de avanzar en beneficio colectivo, bien valen esfuerzos por encontrar los puntos comunes para hacer realidad el bienestar general. Las articulaciones deben reinar. Tenemos que ser capaces de armonizar, sumar, entender, alentar, comprender, escucharnos. Aceptar límites, admitir errores, asumir triunfos, construir acuerdos, aplicarse a fondo en el hacer y quehacer político, social y administrativo público. Es ponernos de pies, ser enhiestos, estar atentos y alerta, levantar los ánimos y asumir los desafíos que tenemos. Se impone la solidaridad para enfrentar la emergencia que vivimos, las buenas iniciativas, crear fuentes de trabajo, combatir la corrupción, recuperarnos y recuperar el tiempo perdido, atender todos los buenos aportes, combatir inseguridad, corrupción y violencia, entre otros males que nos aquejan.