Por: José Manuel Herrera Villa*
Me preocupa el país, como sé qué a muchos por igual, su polarización en lo social y muchos de sus áreas y niveles, que ha dado para impulsar una agenda política recurriendo irresponsablemente a toda una serie resentimientos, distanciamientos, maniqueísmos y exasperaciones de suyo dañinas, perniciosas, perversas y peligrosas que potencian la desconfianza, deterioran el tejido social y facilitan la violencia, ese protervo espacio donde todos perdemos irremediablemente.
Necesitamos serenarnos, confiar, actuar con sindéresis, entender que está en juego la salud de la patria y que no conviene para nada un para nadie actuar de manera contraria a lo cual. Hacer que sean más los aplausos que la crítica destructiva y que los lastimosos ataques severos. Comprender que actuando en contravía de las cosas mejores y superiores, el camino de la gobernabilidad se torna escabroso y de nuevo, querámoslo o no, todos perdemos. Lleva el mal actuar al círculo vicioso de las agresiones permanentes, continuas y al general malestar que engendra una polarización mayor. Protestas de todo orden, manifestaciones en todas las plataformas y el poco espacio para las buenas iniciativas, son silenciadas con premura.
Ávidos estamos de un clima social idóneo, sin desencantos, donde enorme sea la ilusión y real la esperanza. Que no sean a futuro los debates eleccionarios guerras sin tregua. Ayudemos a que el milagro se haga realidad. Resolvamos civilizadamente nuestros problemas que a este tenor históricamente hemos acusado, en la seguridad que saldremos bien librados y hasta amparados por la opinión pública. No veo porque no podemos alcanzar dicho clima, sobre todo por cuanto la política es una sana articulación de acuerdos y disensos. Crítica constructiva y desacuerdo son, sin lugar a ningún género de duda, componentes más que necesarios en las democracias, al ser parte integral de ese imprescindible contrapeso al poder, que bien que exista en beneficio colectivo; pero es tal la fuerza de los ataques y tan paupérrima la propuesta y la verificación de la verdad, que se vuelve casi que imposible construir país, de por sí minado por miles de problemas, lo que es injustificable y de seguir así, muy pronto nos encontraremos, como se vislumbra, en un laberíntico callejón sin salida.
Tenemos que apuntar a las alternativas de solución que mejor puedan ser y den satisfactorias respuestas a este complejo proceso histórico que viviendo estamos y que sea parte de la solución, poner bases distintas a esta forma de hacer política, soportarnos en cimientos más sólidos, menos dependientes de las lógicas político-culturales, digitales y sociales de hoy en día. reconfigurarnos y procurar que se establezcan marcos ciertos y operantes de gobernabilidad y rendición de cuentas.
Se imponen protagonismos positivos, ya que si bien es cierto que mucho pueden aportar a la democracia los intelectuales, los líderes de opinión, los editorialistas, no es lo cual del todo suficiente para crear un verdadero cambio social, debiéndose conseguir, al menos, fuerzas creativas, propositivas, así como acciones concretas de compromiso social que puedan producir ese benéfico efecto, aunado al dialogo, al fortalecimiento institucional, a aportaciones sociales relevantes, nuevos mecanismos para detectar y corregir la mentira y para premiar la verdad, no ahondar en los errores de la gente de buena voluntad, romper los círculos viciosos poder–dinero, proyectos sociales de largo plazo ajenos a los procesos electorales y una mayor participación proactiva, activa y propositiva de la sociedad civil en su conjunto. Aquí lo importante es salvarnos todos como país, es lo consecuente, de lo contrario nos llevará quien nos trajo.
*Profesional en Administración y Finanzas. Especializado en Auditoría Integral. Formulación y Evaluación de Proyectos de Desarrollo. jomahevi@gmail.com
