MÉDICO HERNANDO RAFAEL PACIFIC GNECCO

Por: Hernando Pacific Gnecco*

Se acerca el final del año; las celebraciones que inician en Halloween alegran los hogares hasta el mes de enero. Las cuatro fiestas de Adolfo Echeverría se multiplican: el día de los santos y el de los muertos, la independencia de Cartagena, las velitas, las novenas de aguinaldo, nochebuena, año nuevo y el día de Reyes.

En Colombia, dieciocho festivos nacionales al año (doce de ellos, religiosos), amén de unas 4.000 en las distintas regiones; nunca faltan el jolgorio, música y baile, comidas copiosas y, naturalmente, licor en abundancia. Podemos agregar reyertas y muertos; según la Policía Nacional, en 2023 hubo 74 homicidios los primeros 25 días de diciembre, 26 en Año Nuevo y 44 en el Día de la Madre; podríamos ir sumando festivo tras festivo.

El alcohol facilita los altercados. El placentero trago destapa resentimientos y temores escondidos, desinhibe y motiva que algunos “canten la tabla”, lo que no harían sobrios. En otros casos, la depresión oprime almas en pena, provocando suicidios en ciertas fechas o determinadas circunstancias. “Si ocurre algo malo, bebes para olvidarlo; si ocurre algo bueno, bebes para celebrarlo; pero si no pasa nada, bebes para que pase algo”, decía Charles Bukowsky. Los efectos del alcohol, sabemos, van más allá de inadecuados comportamientos laborales, sociales y familiares; afecta a todo el organismo, especialmente el sistema nervioso y el hígado; es también causante o coadyuvante del cáncer. Conducir bajo los efectos del alcohol (y de las drogas) causa accidentes de tránsito y muertes, violencia de toda índole y mal desempeño laboral. En su libro “Confesiones de un chef”, Anthony Bourdain, cocinero exitoso, revela sin reticencias, además del trascenio de los restaurantes, su destructiva relación y dramas con el alcohol y las drogas.

Creemos equivocadamente que el alcohol es inofensivo cuando se ingiere ocasionalmente en pocas cantidades. Hazel Martin, joven periodista británica, recibió una noticia desgarradora: tenía fibrosis hepática severa por consumo “social” de alcohol. Las muertes relacionadas con el consumo de alcohol en el Reino Unido aumentan anualmente; cada vez más mujeres fallecen por hepatopatía alcohólica, aun cuando todavía es mayor la mortalidad en hombres. Pero ¿qué es el consumo excesivo de alcohol? ¿Salir a rastras de un bar, agarrándose a cada poste que te encuentras en el camino? Quizás sea bastante menos de lo que imaginamos; no hay una cifra definida, pero se sabe que, en cantidades importantes o frecuentes, hay afección hepática y sistémica. Se ha demostrado que es más dañino beber cantidades importantes en una sesión que esa misma cantidad repartida en varios días de la semana; posiblemente, sea más difícil procesar cargas abrumadoras de alcohol. Es decir, beber 8 onzas en una jornada es más dañino que una onza diaria durante 8 días. El consumo frecuente de alcohol genera un estado inflamatorio generalizado que afecta el estado nutricional, muchas veces inadecuado (solemos acompañar la bebida con comestibles ultraprocesados, grasas dañinas y carbohidratos refinados), causando hígado graso, posteriormente fibrosis, cirrosis y, en muchos casos, cáncer hepático. Desde luego, hay una base genética, por lo cual unas personas son más resistentes que otras, lo que explica las diferencias entre personas con consumos similares.

Desde hace unas décadas, la industria del alcohol se enfocó en aumentar el consumo en las mujeres jóvenes utilizando el feminismo y el empoderamiento de la mujer. Como resultado, en 10 años, las mujeres del Reino Unido doblaron el consumo; hoy, la enfermedad hepática representa la tercera causa de muerte en mujeres entre 39 y 45 años. La industria se defiende indicando que promueven el “consumo responsable”; las cifras dicen otra cosa. El alcohol está arraigado en muchas culturas, los estados cantineros (viven de los impuestos al alcohol, directos e indirectos) son permisivos y las presiones sociales son intensas. Juntan al hambre con las ganas de comer y estupenda comida, un coctel que, mal entendido y peor usado, es una bomba personal, familiar y social. Disfrutemos las festividades en paz, con mucha alegría y poco alcohol.

*Médico Cirujano. Especializado en Anestesiología y Reanimación. Docente Universitario. Conferencista. Columnista

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