Por: José Manuel Herrera Villa*
El derecho a la educación se encuentra en las constituciones del mundo como una responsabilidad del Estado. Sin embargo, su situación registra panoramas desafiantes que afectan a toda la comunidad, como también a la calidad del sistema educativo en general, ya que su realidad suscita un sinnúmero de serias preocupaciones que van desde la infraestructura hasta la calidad del currículo.
Se ve afectado también en materia grave el sistema educativo, por retos de orden financiero, evidenciados en múltiples factores, entre ellos bajos presupuestos, salarios y remuneraciones insuficientes y demás otros aspectos negativos que no reflejan la importancia que debe dárseles a todo cuanto la educación por sí misma representa; situación que no solo afecta motivaciones y compromisos, sino que también contribuye a deserciones, así como a emigraciones del talento educativo en busca de mejores oportunidades.
Tienen las unidades administrativas territoriales la responsabilidad de garantizar el derecho a la educación; sin embargo, la realidad contrasta con este principio fundamental, siendo de vital importancia que se priorice la asignación de presupuestos adecuados para el sector educativo como porcentaje del producto interno bruto (PIB), asegurando que los recursos se utilicen de manera eficiente para mejorar las condiciones laborales, salariales y demás otras qu conciernen a la educación en su conjunto,.
Otro aspecto que contribuye a la crisis educativa que vivimos es la desactualización de los contenidos de estudio, la falta de revisión y adaptación de los programas académicos a los desafíos del S XXI que deja a los estudiantes en desventaja en un mundo cada vez más cambiante, competitivo y tecnológico. La desconexión educación / demandas actuales del mercado laboral plantea interrogantes sobre la preparación real de los graduados; y, si a lo cual se le suman los altos costos de los útiles escolares y demás otras carestías, estudiar se está convirtiendo para muchos en un gran desafío, porque no suelen encontrar atractivas las ofertas de estudio y alimenta ello la deserción escolar. Problemas todos que obstaculizan tanto la calidad de la educación como la preparación de los estudiantes para enfrentar adecuadamente los desafíos de la era digital.
Otro aspecto a tener en cuenta es que la formación de las generaciones presente y por venir depende en gran medida de la dedicación y la calidad de la docencia, lo que debe ser un imperativo, siendo real y verdaderamente fundamental avanzar en todos los tópicos inherentes que nos lleven con prisa y sin pausa a una educación de calidad, puesto que es sin duda obligación tener con ella, la educación, un compromiso inquebrantable, superar las limitaciones que fueren y demostrar el compromiso por impulsar el potencial de las generaciones venideras, bien formadas serán y servirán como pilares esenciales en la construcción del futuro de nuestros territorios todos, razón por lo que debe ser la educación para nuestra sociedad de la más relevante importancia.
La situación de nuestro sistema educativo requiere una atención urgente. Garantizar el derecho a la educación no solo es una obligación legal, sino un pilar fundamental para el desarrollo de nuestros territorios en el siglo presente, lo que debe llevarnos como ciudadanos a una reflexión profunda y a un llamado a la transformación. La mejora de la infraestructura, la inversión adecuada en recursos, la revisión curricular y la promoción de un entorno educativo atractivo y coherente son aspectos cruciales para impulsar un cambio positivo, toda vez que es la educación el cimiento de cualquier sociedad, y la superación de estos grandes retos es esencial nuestros integrales desarrollo y prosperidad.
*Profesional en Administración y Finanzas. Especializado en Auditoría Integral. Formulación, Evaluación y Gerencia de Proyectos de Desarrollo
