Por: Julián Martín Ruíz Frutos*
La política, ejercida como debería y tendría que ser, surtida con grandeza, en forma inmensa, nos atraviesa como individuos de maneras muy diversas, así seamos conscientes o no de esta situación que es realidad y verdad. Bien entendida y mejor desarrollada es y será siempre fascinante por su enorme capacidad para revelarnos de cuerpo entero como personas; y aunque muchas veces se le desprecie, pordebajee, denoste o minimice, la realidad es que la política juega un papel tanto vital como crucial en la vida de todos los que habitamos este globo terráqueo, en la verdad que no existe instante alguno de nuestro fugaz paso por esta vida que no esté determinado directa o indirectamente por una decisión política que fue tomada por una persona, o por un grupo de personas unidas por una causa común, sea esta cual fuere.
No es la mía, respecto de lo que pienso de la política y lo que debería ser, una observación exagerada, inexacta, sesgada o demasiado política, sino lo que tiene que ser; de ahí que todos los momentos políticos tengamos que vivirlos alerta, so pena de repetirnos en la incapacidad de la sociedad de nuestro tiempo y de cualquier tiempo para ponernos de acuerdo, establecer consensos, escucharnos, acercarnos, dialogar. Tener en cuenta que la política influye de maneras decisivas en nuestra cotidianidad, como bien lo vemos en las redes sociales que nos comprueben como la polarización, los discursos y narrativas radicales, el castigo al disenso, la negativa al diálogo, la descalificación sin argumentos, entre muchos otros hábitos comunes de nuestro tiempo son el pan nuestro de cada de día; y sin bien no son las redes sociales la “vida real”, si es cierto que cada vez más gente prefiere vivir en ellas y no se concibe fuera de ellas.
Así digamos que no nos importa la política, debe al menos interesarnos. Varias son las razones para afirmar lo que expreso; ya que la política determina el bienestar o la desgracia de mucha gente. Hay personas, es cierto, que, por formación intelectual, posición económica, relaciones sociales, puede vivir al margen de los aciertos o de los desatinos de los políticos, por ser en bastante medida autosuficientes. Pero hay mucha gente a quienes no se les dado la oportunidad de una formación intelectual, carecen de patrimonio, sus contactos con los círculos de poder son muy débiles o inexistentes. Su vida está marcada para bien o para mal, por las decisiones de los políticos, condicionadas por las decisiones políticas de la sociedad en que viven, toda vez que la política condiciona el bien o el mal vivir de muchas personas. Por eso y más otros aspectos debe interesarnos la política.
Es ella el instrumento para implantar la justicia social. A la corrección de los desequilibrios sociales que se generan cuando se deja que el mercado sea el único instrumento de asignación de recursos y de distribución de la riqueza. El mercado crea riqueza, está suficientemente demostrado por la experiencia. El mercado no la distribuye, sino que la concentra. Es función y misión de la política, no eliminar el mercado, sino hacer todo aquello que el mercado no hace, ni hará nunca: equilibrar, mitigar los desajustes sociales.
Mira la política al porvenir más que al pasado, incluso que al presente. El pasado es asunto de los historiadores. El presente es asunto de los técnicos. El futuro es el asunto de los políticos. Las sociedades necesitan un horizonte histórico hacia el cual dirigirse. Siempre hay un horizonte más allá. Por mucho que avancemos hacia él, el horizonte siempre está por alcanzar. La política es el instrumento del progreso histórico de las sociedades humanas. Siempre hay un mundo mejor que el que tenemos. Es misión de la política vislumbrar ese porvenir, y dotar a la sociedad de medios para caminar hacia él.
Por tales razones, cuando veo actuar a los actores protagonistas de la política no puedo menos de sufrir un profundo desencanto. Su lenguaje es pobre. Lleno de palabras gruesas de descrédito hacia cualquier otro político de otra tendencia. Es decepcionante verlos decir “nosotros somos los únicos que hacemos bien las cosas, todos los demás las hacen mal”. No, no es eso, lo que los ciudadanos podemos esperar de los políticos. Un poco más de razonamiento. Una cierta explicación de las propias razones. Un poco más de modestia, y de realismo. Nadie lo hace todo bien, ni nadie lo hace todo mal. Creo que tendrían más credibilidad reconocer algún acierto al adversario, así como algún error propio.
julianruizfrutos@hotmail.com *Abogado. Especializado en Derecho Laboral