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Por Rafael Gómez Martínez

Lo que cuenta no es el mañana, sino el hoy, Lope de Vega.

El profesor Eric Hobsbawm en su texto Historia del siglo XX, 1994, comenta que hay un momento en la historia donde las sociedades se lanzan al abismo sin darse cuenta. Eso, fue lo que sucedió en la antesala de la primera guerra mundial con la paradoja que el mismo escenario se vivió previo a la segunda de tal forma que el asesinato del archiduque de Austria Francisco Ferdinand tan solo fue la chispa que detonó la bomba.

En la historia de Colombia se presentan varios escenarios donde la sociedad se lanzó al abismo sin darse cuenta.

El 16 de marzo de 1781 interpretando el sentimiento de sus agobiados y airados paisanos, la santandereana Manuela Beltrán volvió añicos el decreto a través del cual la corona española buscaba generar unos impuestos adicionales mediante el ya disuelto impuesto de la Armada de Barlovento que buscaba refinanciar urgentemente su déficit provocado por la guerra contra Inglaterra.

Así, como el asesinato del archiduque fue la chispa que encendió el polvorín, sin proponérselo, la furia de doña Manuela encaminó la chispa que encendió el conocido movimiento de los comuneros quienes querían invadir a Santafe de Bogotá.

En la larga marcha buscando un acuerdo definitivo de paz, 2016, el profesor Hernando Correa sostiene que si existe una característica colombiana sin la cual este país no tendría razón de ser, consiste en que prácticamente desde su pre – independencia hasta hoy en medio de amnistías, indultos, la marca registrada desde su origen se basa en las capitulaciones en todos los procesos de paz.

Llegamos al Catatumbo del 2025, una región donde el Estado capituló bajo el desgobierno amoral, déspota, corrupto, decreciente, delirante, sociópata, Pegasus, sin visa para Londres y Berlín, pero con embajada en Senegal, sin invitación a la posesión de Trump, pero si envía emisarios a la del caníbal Maduro, sin pasaportes y con trepada de dólar.

En una de sus primeras alocuciones como presidente electo, Petro sostuvo que el Catatumbo sería la región para la paz total.

Dos años después, se encuentra asaltada por las mafias del narcotráfico con un balance en materia de orden público que debería producir una moción de censura más y la renuncia ipso – fákto para el ministro de la indefensa Velásquez encargado de acabar con la tranquilidad de Colombia, esa es su misión, además de la destrucción paulatina de las fuerzas armadas en todos sus campos.

Sin embargo, como Colombia se lanzó al abismo con la elección del señor Petro a sabiendas de su paso por su caníbal alcaldía de la Bogotá humana, tenemos al señor expresidente Uribe apoyando los diálogos de paz con los caníbales del ELN en cabeza de sus dos negociadores el Dr. Lafaurie y el señor Valencia Cossio, quienes no presentan su renuncia.

Yo, me pregunto: ¿dónde queda la audacia de la senadora Cabal para protestar por la presencia de los emisarios de Uribe?

¿Por qué no se levantan de la mesa los doctores Lafaurie y Valencia Cossio?

También, tenemos a los senadores y representes del centro democrático que aprobaron el archivo de las mociones de censura a los ministros de Petro.

¿Por qué ningún partido político quiere aplicar con vehemencia el artículo 109 de la constitución, por indignidad al cargo?

¿El Catatumbo será la chispa que detonará un estallido social del petro caos?

Puntilla: Si, Colombia no despierta el día de hoy, como dice Lope de Vega, es probable que no tenga mañana.

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