Por: Blaicer Córdoba Ledezma*
La juventud, considerada desde siempre como ese divino tesoro, debe y tiene que ser parte sustancial del desarrollo humano, por lo que debe ser, dada su importancia, amplitud y complejidad de todo cuanto encarna. Ser tratada y analizada con la seriedad que merece, al tiempo de fomentar en ella su activa participación en las decisiones, planes y metas gubernamentales en dirección a que coadyuvemos de manera más sólida a la construcción de mejores territorios y superior sociedad.
Como jóvenes tenemos que ser y hacer parte de una población consciente que debe encontrarle un superior sentido a la vida, proyectarnos al mundo, buscar nuestra propia identidad y redefinir el papel que nos compete en la sociedad de hoy; lo que impone en consecuencia, consolidar una participación activa en planes, proyectos, programas y sumar acciones que nos beneficien y nos mejoren la calidad de vida; más en este presente que vivimos en el que el concepto de juventud ha experimentado toda una serie de cambios y transformaciones que en muchas ocasiones ha sido solamente considerado desde una franja de edad; lo que filósofos, sociólogos y antropólogos han venido redefiniendo y adicionándole una connotación profunda, reflexiva e incluyente.
Tenemos que entender desde el balcón de nuestra juventud, que somos responsabilidad y cambio, pensar en la construcción de planes de vida; y si bien cada sujeto es protagonista de su propia historia, rector de su existencia y responsable de sus actos y decisiones, la buena condición humana demanda que nos acompañemos de personas en un nivel superior de socialización, vale decir, otro que a través de la experiencia oriente nos oriente para ser menos vulnerables y mayormente visibilizados, una de las formas mejores para alcanzar transformaciones de relevancia, lo que indica que debemos comunicarnos más, ser más sociales, entablar relaciones permanentes de cooperación, actuar con grandeza, ser más racionales, exigirnos más, buscar unidad y solidaridad, reconstituirnos, reencontrarnos, ser conscientes de lo que somos y de todo lo mucho que podemos aportar en beneficio colectivo.
No podemos aspirar como juventud a reconstituirnos y ser definitivos en el desarrollo de nuestra sociedad, como tampoco sujetos de cambios y transformaciones, si no estamos unidos en nobles propósitos y no tenemos claro y somos conscientes de lo que significa reconstituirnos, lo cual no puede realizarse si no nos reconocemos como agentes de cambio, creadores de sentido y mejores destinos que podemos incidir positivamente en las relaciones sociales e instituciones políticas.
Nos compete como juventud iluminar desde lo alto el campo social, emerger, enriquecernos para enriquecer a los nuestros pasando de la crítica vacía a la acción real, participar políticamente, decidir con inteligencia, actuar con sentido de grandeza y dignidad en procura de cultura, superación, progreso, bienestar, desarrollo, crecimiento e integral prosperidad. Ser parte de las soluciones, apoyarnos, soportarnos en las ciencias sociales, empoderarnos de lo que somos, representamos y saber que podemos intervenir en la construcción de la historia, participar activamente y aportar a la solución de los problemas que vivimos o puedan surgir.
*Blaicer Córdoba Ledezma Líder Juvenil. Dirigente Cívico. Empresario. Miembro de la Liga para el Desarrollo y la Rehabilitación Socio Cultural. morenoblaicer@gmail.com