Por: Rubén Darío Ceballos Mendoza*
Entiéndese por seguridad vial el conjunto de acciones y políticas dirigidas a prevenir, controlar y disminuir el riesgo de muerte o de lesión de las personas en sus desplazamientos motorizados o no. Es un enfoque multidisciplinario sobre medidas que intervienen en todos los factores que contribuyen a los accidentes de tráfico en la vía, tales como diseño, equipamiento, mantenimiento de las infraestructuras, regulación del tráfico, diseño de vehículos, elementos de protección activa y pasiva, inspección vehicular, formación de conductores y reglamentos, educación e información de los usuarios de las vías, supervisión policial, sanciones y gestión institucional hasta la atención a las víctimas, como indica la Ley 1702 de 2013.
Pero además de ello, importa la seguridad integral de las personas que por falta de control en las carreteras son víctimas de toda clase de vejaciones e infinidad de delitos por parte de la delincuencia de distinto origen y propósito que inundadas tienen las carreteras del país; y es, en nuestro caso particular, lo que es ya amén de aberrante, insostenible lo que viene sucediendo en nuestras vías municipales, intermunicipales, departamentales, interdepartamentales y nacionales, todo lo cual por ausencia de seguridad y control, hasta el punto de vivir una situación de miedo generalizado el solo pensar en emprender cualquier viaje por corto que el mismo vaya a ser.
Es esta una situación que va en detrimento y grave perjuicio del turismo, que, en decir de Natalia Bedoya, directora ejecutiva de la Organización Mundial del Turismo, es el nuevo oro con el que contamos; así como de la economía en general. Y es que no es ni se trata ya de la sola percepción de inseguridad la que nos afecta, sino la inseguridad misma desatada con notable aumento en nuestras carreteras, lo que urge mejorar la seguridad, pues es aspecto que incide en la reducción de turistas provenientes de todas partes por los problemas que el flagelo nos causa. No es solo cuestión de percepción, basta leer los titulares de prensa para darnos cuenta qué nativos y turistas somos blancos fáciles para los delincuentes en todas las carreteras, lo que implica una superior atención para la seguridad turística, que es en esencia controlar y reducir la inseguridad del destino turístico, importando combinar los niveles reales de inseguridad del destino, y la percepción que de ellos tiene el turista, que no siempre son idénticos, a lo que hay que prestarle toda la atención posible.
Importa en definitiva el control de la inseguridad, ya que afecta nuestra economía que se ve amenazada y teme verse derrotada, más cuando es evidente que estamos en medio de una ola de asesinatos, robos, bloqueos y demás acciones delictivas en nuestras carreteras, que nos sumen en ambiente de miedo y frustración, elementos que inciden en el bienestar y clima para invertir. Permanentemente estamos en medio de tenebrosos planes pistola, ejecutados por bandas criminales que tienen capturadas desde hace años regiones y carreteras enteras del país, de las cuales buena parte pertenece a los departamentos del Caribe, entre ellos el nuestro.
Sociedad civil, gremios económicos, academia, ciudadanía y comunidad en general vienen sentando su voz de protesta y llamando la atención, ante el temor que terminen de apoderarse, ya no de algunas carreteras sino las de todo el país, lo cual, de seguir dándose, generará desempleo, mayor pobreza, y camina a hacerse un problema endémico que hasta podría verse como si fueran situaciones normales, que de habituarse se convertirán en un manto que arropará nuestro desarrollo económico.
Si el Gobierno Nacional cede y la Fuerza Pública no puede actuar porque le quitan sus armas de control de la delincuencia y son sometidas para que bajen o entreguen sus herramientas constitucionales, habremos claudicado, caído en manos de quienes lo han querido arrodillar para conseguir sus objetivos de robar, delinquir, asesinar, ablandar las instituciones para imponer sus propias leyes y reinar, como bien se viene sosteniendo.
El país, también indican analistas e investigadore sociales, con su actuar anestesiado por la violencia, puede endosarle su desarrollo y bienestar a los delincuentes si la someten a través del asesinato de policías, militares y ciudadanía en general para mostrar fortaleza ante una eventual negociación de paz y desmovilización, para que les salden sus penas sin ir a una cárcel, será un momento crítico para la economía, que sería la primera víctima, ya que asesinatos, robos, secuestros, invasiones, extorsión, son flagelos aliados de un caos manipulado para cambiar la sociedad que actualmente se experimenta.
*Rubén Darío Ceballos Mendoza. rubenceballos56@gmail.com – Jurista