MÉDICO HERNANDO RAFAEL PACIFIC GNECCO

Por: Hernando Pacific Gnecco*

Colombia atraviesa por una difícil situación. En vergonzosos lugares entre los países más corruptos, violentos, ignorantes y desiguales, es al mismo tiempo un portento de riquezas. Uno de los más megadiversos, con la mayor variedad de mariposas y aves, esmeraldas para tachonar todo el firmamento, oro para tapizar todo el territorio, dos océanos, tres cordilleras, llano, selva. Tenemos la mitad de los páramos del mundo, asombrosas fábricas de agua; en las costas del Pacífico se admiran ballenas, producimos el mejor café del planeta. La prodigiosa Amazonía es la mayor factoría de oxígeno en el orbe. Pasaríamos horas señalando lo mejor de este paraíso terrenal.

Tanta opulencia ha despertado la codicia de unos cuantos insaciables poderosos. La herencia colonial nunca se fue; solo se transformó. El feudalismo que heredamos de los españoles sigue incólume; el neoliberalismo concentró la riqueza y el poder en pocas manos. Llevamos un siglo en guerra constante con altibajos, pero sin tregua; hace medio siglo se agregó el narcotráfico, poder corruptor que corroe como un cáncer.

La modernidad no está representada en modernos edificios o comunicaciones 5G; está personificada en la democracia real y en la justicia social. No basta con tantas maravillas electrónicas; lo importante es que esté al alcance de todos. En este país el 30% de los hogares no alcanza a sus tres comidas al día. El 14% de la fuerza trabajadora está desempleada, y el desempleo estructural llega al 10%; la informalidad llega al 50%. Cifras aterradoras en un país que deterioró su capacidad productiva, especialmente en el campo; pasamos de exportar alimentos a tener dependencia de las importaciones alimentarias superior al 30%. Se acabó el ferrocarril, se privatizaron empresas productivas y se concentró la riqueza en pocas manos, a veces con maniobras no muy santas. Por ello, Colombia es el segundo país más inequitativo de América y el séptimo del mundo.

La deuda externa supera los 180.000 millones de dólares, la más alta de la historia, y los interese de esa deuda son de 5.280 millones de dólares cada año; pero las reservas internacionales apenas alcanzan los 59.000 millones. El déficit fiscal alcanzó el 6,2% del PIB. Se debe controlar el gasto (cada año se pierden 17.000 millones de dólares en corrupción, la guerra vale $21,5 billones, la elusión y evasión alcanzan los $65 billones anuales) la fracasada “lucha contra las drogas” ha costado miles de millones de dólares. El costo social de esa y otras guerras ha representado un incremento de la violencia, la delincuencia común y organizada, la destrucción de los territorios entre la deforestación y el glifosato. Pero, además de reducir esos gastos es menester incrementar la producción para mejorar la balanza.

Es doloroso que la juventud colombiana deba ir al frente de combate para luchar por esa y otras guerras que no les pertenecen; viudas jóvenes, niños sin padre y familias sin oportunidades son caldo de cultivo para la degradación social y la delincuencia.

Desde hace años se viene planteando un nuevo enfoque para reducir la oferta de sustancias sicoactivas, pero poco se hace para disminuir la demanda en los países consumidores; el resultado es que, mientras en esos países se despenaliza el consumo de algunas de tales sustancias con enfoques más racionales en cuanto a prevención y tratamiento, en Colombia y Centroamérica sigue disparada la criminalidad asociada al narcotráfico.

Otra tragedia es la fuga de cerebros. Entre el estado, sacrificados padres y muchos estudiantes emigran anualmente muchos jóvenes que no encuentran trabajo o les ofrecen puestos mal pagos; estos jóvenes prefieren salir del país en busca de oportunidades, no siempre en condiciones idóneas, pero mejor remuneradas; las naciones receptoras se benefician de mano de obra calificada sin haber invertido un solo peso en su formación.

Hay que equilibrar el país. Sin renunciar a lo positivo que se ha logrado, hay que recuperar la economía, brindar oportunidades a los desprotegidos y buscar una sociedad más justa y equilibrada.

*Hernando Pacific Gnecco. hernando_pacific@hotmail.com – Médico Cirujano. Especializado en Anestesiología y Reanimación. Docente Universitario. Columnista

¿Cómo le pareció el artículo?
+1
1
+1
0
+1
0
+1
0
+1
0

Por editor

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *