Por: Blaicer Moreno Córdoba*
Sabemos que, en ruta a consolidar un municipio es su todo integral, requerido es en el mejor de los sentidos y en sabio contexto de Administración Pública, una gestión agresiva en beneficio y aprovechamiento colectivo, donde, entre otros aspectos y consideraciones de estricto cumplimiento, primen por encima de todo, los intereses superiores de la comunidad y se respeten devotamente los sagrados recursos públicos.
También sabemos que en nuestros municipios la gestión pública es liderada por un alcalde, escogido mediante elección popular, quien debiera introducir siempre cambios sustanciales como elemento de influencia en la gestión pública, razón por la que la Administración Pública, a través de su gestión organizacional, deberá atender, de conformidad con las propias realidades y necesidades poblacionales las demandas de sus ciudadanos y comunidad toda, en marco de una verdadera democracia, libre de ataduras y prácticas de clientelismo político, que dificultan realizar una gestión pública eficaz, eficiente y efectiva.
Tengamos en exacta cuenta y ojalá no olvidemos nunca, que la gestión pública es eficaz cuando los procesos planeados producen los resultados planificados; es eficiente cuando optimiza la utilización de los recursos para obtener los resultados, y es efectiva cuando los resultados generan un impacto positivo en el grado de conformidad de los ciudadanos.
Es entender que el Alcalde es el líder de la gestión pública en los municipios; pero también que las exigencias del S XXI en el espectro mundial de la estandarización, certificación y globalización, orientan a que ese liderazgo además de ser transparente se concentre en trabajos de equipo, que aportan elementos para las actividades de coordinación, cooperación y articulación, con el fin de trabajar por procesos y no por funciones individuales, toda vez que la calidad en la gestión pública debe ser la grande acción que involucre a todos sus servidores públicos.
Difícilmente los trabajos individuales generan buenos resultados, por ello el alcalde debe conformar un verdadero equipo de trabajo, escogiendo y nombrando a funcionarios con competencias cognitivas y actitudinales en las diferentes áreas del conocimiento, con el fin de construir una adecuada y verdadera gestión pública que logre romper el desequilibrio social y se enfoque hacia el desarrollo social y humano, crecimiento económico e integral prosperidad de su municipio. Un equipo de trabajo, en el que todos sus integrantes caminen en el mismo sentido, lo que asegurará un destino definido para dicha gestión. Cuando cada funcionario trabaja como individuo o en función de una tercera persona, lo más probable es que al finalizar su período de gestión pública, no muestre avances sobre el camino recorrido.
Por otra parte, se debe tener presente que, para el logro del desarrollo del municipio, además de la adecuada gestión pública, también se requiere de una adecuada gestión civil, soportada en la disponibilidad de los ciudadanos para participar en procesos educativos y desarrollar buenas prácticas de convivencia ciudadana; en donde el interés colectivo esté siempre por encima de los intereses individuales, generando la costumbre de la colectividad. Así se logra crear una cultura ciudadana.
De hecho, el bienestar colectivo es más perdurable que el individual, siendo importante tener presente que el sentido de pertenencia ciudadano es la base esencial para que exista la gestión civil; y que la calidad de vida de los seres humanos, la definen entre otras, familia, educación, ambiente limpio y sano, salud, trabajo, seguridad y vivienda. Cuando la gestión pública define su destino hacia el logro de la calidad de vida de sus ciudadanos, en realidad lo que está construyendo es la vía que conduce al crecimiento y al desarrollo general del municipio.
Istmina requiere de un verdadero liderazgo y trabajo en equipo, mismo que sea competente desde el punto de vista académico, administrativo y humano, y que bajo el liderazgo de su Alcalde, diseñe e implemente las estrategias que definan el camino de una gestión pública dirigida al fortalecimiento de las necesidades de las comunidades sectoriales, basada en indicadores o factores medibles que puedan mostrar resultados con enfoque hacia el rompimiento del desequilibrio social, y estableciendo prioridades de acuerdo con la calidad de vida de sus ciudadanos.
De otra parte y teniendo en cuenta la importancia de la gestión pública, es necesario que se focalice en el mejoramiento permanente y continuo, donde el aspecto académico, muy por encima del dinero y de la corrupción se convierta en factor de competitividad, sobre la base de un programa de gobierno con énfasis en la búsqueda del progreso social, como parte de lo que real y verdaderamente queremos para Istmina, a efecto de no seguir inmersos en mares de atrasos e incertidumbres, lo que no merecemos como comunidad.
*Administrador de Empresas. Especializado en Proyectos de Desarrollo. Asesor y Consultor Político y Empresarial. amerlyng@gmail.com