Por Enrique Herrera @enriqueha
A casi un año en el poder es hora que el gobierno de Petro cambie el libreto.
El de ahora tiene pinta de cruzada ideológica, es estatizante, dogmático, camorrista, impulsa la polarización, se victimiza, culpa a otros y pregona un discurso de oprimidos y opresores: son los nadies, trabajadores, campesinos y pacientes, en fin, el pueblo, versus el neoliberalismo, los empresarios, EPS, en fin, las élites y así fractura la sociedad. Pero el libreto no le está funcionando: cae en las encuestas, pierde la calle, sus reformas son impopulares y tiene problemas de gobernabilidad.
Por otro lado, su aproximación al país tiene algo de quijotesco: i) ve molinos de vientos donde no los hay, el golpe blando, por ejemplo; ii) emprende hazañas, en el mayor de los casos con desventuras, sin recursos, sin acompañamiento y con improvisación: la paz total, 3 reformas sociales, la agraria y la no exploración de petróleo y gas; iii) sus propuestas maximalistas son de un mundo ideal -que no existe- y así se desconecta del real; y al igual que el ingenioso Hidalgo que iv) sale lleno de entusiasmo con su leal escudero, Sancho Panza, Petro lo hace con el Pacto Histórico.
Dicho lo anterior, invito humildemente a que intenten conectar lo ideal con lo real, es decir, ¿qué es posible incorporar del uno, en el otro? Pero para debe cambiar de libreto y más aún, cuando está ad-portas de una campaña electoral. Así mismo, no es acertado pretender empezar de cero, ni impulsar la consigna demoler lo existente -la salud por ejemplo- o intentar volver al pasado porque eso no le está funcionando.
Es mejor el libreto de la ponderación, moderación y la concertación. He ahí el camino. Tampoco puede seguir estigmatizando al sector privado y al mercado porque ello, en vez de mejorar la generación y distribución de la riqueza, puede empujar al país a la pobreza y a una mayor desigualdad.
Pero, además, Petro pareciese que estuviese preso del pasado y de la ideología, esos son sus fardos y pueden ser sus enemigos internos del que una vez habló y que, al no tener a Uribe de enemigo, los busca desesperadamente afuera o donde estén, bien sea en los medios de comunicación, en los organismos de control o en las cortes pero que, paradójicamente, los tiene en sus adentros -en su dogmatismo y mesianismo – y que no le van a permitir hacer un buen gobierno. Ojalá pueda soltar esas amarras, al igual que Obama lo hizo cuando, al negociar con Cuba, dijo que no era prisionero ni del pasado ni de la ideología.
Al presidente Petro hay q abonarle que puso en la agenda los temas sociales que necesita el país pero hay que restarle que invisibilizó agenda de productividad y sin esta es muy difícil que se dé lo primero. Es hora de entender que el siglo XX acabó y que es hora de poner los pies en el XXI.