Por: Melanio Zúñiga Hernández
La palabra emprendimiento proviene del francés entrepreneur (pionero), y se refiere puntualmente a la capacidad de una persona para hacer un esfuerzo adicional por alcanzar una meta u objetivo, siendo utilizada también para referirse a la persona que iniciaba una nueva empresa o proyecto; término que después fue aplicado a empresarios que fueron innovadores o agregaban valor a un producto o proceso ya existente, lo que hoy ha derivado en el concepto de emprendimiento actual.
Partiendo de lo anterior se puede decir, que el emprendimiento es aquella actitud de la persona que le permite iniciar nuevos retos, nuevos proyectos, es decir, lo que le permite avanzar un paso más, ir más allá de donde ya ha llegado; en otras palabras, es lo que hace que una persona que esta insatisfecha con lo que es y lo que ha logrado, y como consecuencia de ello, quiera alcanzar mayores logros e iniciar nuevos caminos.
El emprendimiento hoy en día está ganando una gran importancia por los altos niveles de desempleo y la baja calidad de los empleos ofertados y existentes, lo que ha creado en las personas, la necesidad de generar sus propios recursos, de iniciar sus propios negocios, pasar de ser empleados a ser empleadores y tener una estabilidad económica.
Obviamente todo esto, sólo es posible si se tiene un espíritu emprendedor, para lo cual se requiere de una gran determinación para renunciar a la “estabilidad” económica que ofrece un empleo y aventurarse como empresario, más aún sí se tiene en cuenta que el empresario no siempre gana como sí lo hace el asalariado, que mensualmente tiene asegurado un ingreso mínimo que le permite sobrevivir.
En casi todos los países Latinoamericanos, para muchas personas y profesionales la única opción de obtener un ingreso decente es mediante el desarrollo de un proyecto propio, debido a que los niveles de desempleo formal en gran parte de nuestras economías rondan por el 15% e informalmente en más del 40 o 50%; por lo que resulta de suma urgencia buscar alternativas de generación de empleo que permitan mejorar la calidad de vida de la población.
Generalmente se confunde emprendimiento con oportunidad, haciendo claridad que no toda idea para generar una iniciativa empresarial o negocio se puede considerar como una oportunidad de negocio, pues solo se convierte en oportunidad cuando se percibe la factibilidad de obtener beneficios al llevarla a la práctica.
Los gobiernos han entendido de alguna manera la importancia de promover el emprendimiento como parte de la búsqueda para mitigar el desempleo, tanto así, que han iniciado programas de apoyo a emprendedores para ayudarles en su propósito de crear su propia unidad productiva, desafortunadamente no han logrado implementar políticas claras que generen resultados tangibles, a pesar de tienen entidades dedicadas exclusivamente a promover la creación de empresas entre profesionales, y entre quienes tengan conocimiento específico suficiente para poder ofertar un producto o un servicio.
Todo lo anterior contrasta con una oferta de mano de obra que por lo general crece a un ritmo más acelerado de lo que crece la economía, por lo que resulta imposible poder ofrecer empleo a toda la población, en unos países que por sus limitados recursos no tienen la capacidad de subsidiar el desempleo como sí lo pueden hacer los desarrollados; convirtiéndose el emprendimiento en una de las alternativas para garantizar a la población el acceso a los recursos necesarios para su sustento, y evitar la proliferación de ventas ambulantes que proliferan como consecuencia de la pandemia del COVID -19.
Ante estas circunstancias económicas, el emprendimiento es el salvador de muchas familias en la medida en que les permite emprender proyectos productivos, de comercialización y de nuevas tecnologías, con los que puedan generar sus propios recursos, y mejorar en algo su calidad de vida; siempre y cuando ese emprendimiento se conciba y entienda como un propósito para iniciar un negocio que conste de un esquema, plan y estrategia para ser llevado a cabo y trascender en el tiempo.
Sin embargo, el mayor problema para los emprendedores colombianos y de manera especial en regiones como el pacífico y caribe es la incertidumbre para descubrir e identificar posibles oportunidades de negocio, debido a que siempre están previstas por la inseguridad de las personas a asumir riesgos, que se sabe va inserto y hace parte de cualquier negocio; que hace que el emprendimiento en estas Regiones, excluidas sus capitales sea demasiado incipiente.
No obstante debemos destacar que a pesar de estos factores, se realizan esfuerzos por parte de las personas y empresarios después del paro nacional del 2021, que podrían llevar a que se conformen clústeres empresariales de servicios logísticos como transporte, almacenamiento y bodegaje, terminales portuarios, operadores logísticos, empresas generadoras de carga y entidades de apoyo; considerando, según Invest Pacific que en el marco de la Alianza del Pacífico se han asentado en la Región más de 25 empresas y hay 18 más en construcción, lo que se traduce en un interés del empresariado por mover su industria cerca de la plataforma comercial más importante del Pacífico, y generar empleos de calidad en una golpeada población que afronta un desempleo superior al 35%.
A nivel comunitario surgen iniciativas con gran potencial de desarrollo como una nueva forma del turismo y promoción del ecoturismo en toda la región, mejor aprovechamiento del parque Nacional Natural Ramba – Bahía Málaga y el Parque de Utría, que se constituyen en un espectacular destino que está en plena consolidación para productos como el avistamiento de ballenas y de aves; además de capacitaciones en línea, Fitness y vida saludable, productos de belleza, impresión 3D, impulso a redes sociales productivas, la elaboración y venta de productos artesanales, reventa de productos usados, atención a adultos mayores, relajación, etc.; escenarios todos que ofrecen alternativas y posibilidades atractivas para el turismo nacional e internacionales, interesado en la cultura y los habitantes locales.
Debemos señalar finalmente que el mayor problema que afrontan los jóvenes emprendedores en las regionales aislada del país como el pacífico y otras, es la falta de conocimiento real sobre sobre el tipo de iniciativas que pueden abordar, porque además están precedidas de la falta de confianza para asociarse, lo que limita e impide el acceso a oportunidades para ellos. Igualmente es una desventaja el desconocimiento de la institucionalidad pública y privada que brinda asesorías para la identificación, formulación, viabilidad y financiación de los proyectos, tales como el Fondo Emprender del Sena, Impulsa, Cultura y deportes, tecnoparques, Bancóldex, Centro de Ciencia y Tecnología de Antioquia – CTA, Ruta N, Tecnnova, Parquesoft, cooperación internacional a través de embajadas, On´s y Apps.co
Igualmente existen otras entidades de apoyo para la gestión de clúster de servicios logísticos como la Comisión Regional de Competitividad, la Agencia de Promoción de Inversiones del Valle del Cauca (Invest Pacific) y las Gobernaciones.
*Melanio Zúñiga Hernández. Abogado y Contador Público especializado en gerencia financiera, amplia experiencia en banca y como revisor fiscal.