JOSÉ MANUEL HERRERA BRITO- periodista y abogado

Por: José Manuel Herrera Brito

La persistencia en distintas latitudes y los más de los escenarios posibles dan cuenta que personas y naciones nos enfrentamos y se enfrentan varias veces con la misma piedra, como es el caso del fenómeno o mejor, flagelo del populismo, forma absurda de autoritarismo que así lo comprueba. Nos refiere Alberto Schelesinger,  sobre populismo, palabras más, palabras menos, que “… Desde la etimología, el sufijo denota a la vez una doctrina, escuela o movimiento desde lo colectivo y una actitud, desde lo individual. Es entonces el movimiento orientado a favorecer al pueblo, entendiéndolo como la masa densificada, la base de la pirámide social. El origen y características de este movimiento pueden resumirse en la triada inconformidad-carisma-oportunidad, cuando la gran mayoría del pueblo comparte una misma inconformidad, y esta es detectada por un líder carismático que convence con su discurso y promete solucionar de manera inmediata los desequilibrios y, finalmente las condiciones económicas y políticas se muestran como la oportunidad para utilizar el enardecimiento y el inconformismo, es allí cuando surgen los movimientos populistas, sin importar la propuesta económica o política, siempre que sea contraria a lo ya establecido. Además, es importante resaltar lo que plantea esta última afirmación, para los movimientos populistas no es relevante si la propuesta económica es más cercana al libre mercado, a la planificación centralizada o al comunismo y mucho menos si la propuesta política es de izquierda o de derecha, cualquier intención es ideal si va en contra del status quo generador del inconformismo popular. …”

Es un hecho cierto entre nosotros que lo estamos padeciendo, querámoslo o no, aceptémoslo o no, neguémoslo o no, en distintas de nuestras latitudes, lo que apreciamos en algunas de sus características comunes, tales como que lo vemos surgir como resultado, como producto y consecuencia del deterioro de un sistema de partidos del que la población está harta y cansada; los gobiernos anteriores a su llegada eran en términos generales corruptos y no habían dado atención suficiente a las clases más vulnerables y la desigualdad era ya intolerable a su arribo. Resultan ser una especie de mutación política derivada de los malos gobiernos. Encarnan a un “gobernante justiciero” que representa una esperanza para esa entidad indefinible que ellos llaman “el pueblo”, aunque con resultados funestos por ser peores los que llegan que los que estaban, como en nuestro particular caso colombiano.

Se nos dice de los populistas que son sujetos supuestamente carismáticos, de perorata sencilla y manipuladora que con su narrativa atraen a una masa que los sigue enceguecida. Se dicen nacionalistas, con un discurso beligerante contra las élites políticas, económicas o raciales que tienen la culpa de lo que les sucede a los buenos que son el pueblo que los aclama. Todos sus líderes polarizan, jamás buscan acuerdos ni tienden puentes con los otros a quienes califican de despreciables, y solo se puede formar parte de los buenos si tienen lealtad absoluta al caudillo.

De plano desconocen la ciencia y las expresiones culturales que no se adecuen al pensamiento e ideología de su mesías. No les gustan los intermediarios y otorgan sus apoyos directamente y desapareciendo a las instituciones que se opongan a sus designios. Es el populismo sin duda, un algo con el cual hay que tener sumo cuidado., ya que como siempre sucede, análisis y opinión solo se validan con el tiempo. Cuando la sociedad venidera viva las consecuencias de las decisiones de la sociedad actual, entenderá el costo del absolutismo… de todas maneras, la historia se repite cuando se ignora. saramara7@gmail.com

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