Por: Lucas Ospina*
En un pequeño pueblo costero del Alto Pacífico colombiano, en un diciembre húmedo y lluvioso, se desató una crisis financiera: los turistas no aparecieron. El clima no ayudó, tampoco el asesinato reciente del líder comunitario de un proyecto de ecoturismo cercano, difundido en una nota publicada en la prensa nacional. La noticia espantó a los viajeros. Los lugareños, sumergidos en deudas pequeñas y grandes, tuvieron que atenerse a más y más créditos, préstamos formales e informales y a llenar solicitudes de ayudas estatales que nunca van a llegar.
Un día, un presunto narcotraficante con acento mexicano llega al pueblo muy temprano en una lancha y se hospeda en el único lugar que alquila habitaciones en ese momento. Solicita una habitación para la noche y pone un billete de 100 dólares sobre el mesón de la recepción para pagar la estadía. Deja una maleta con la dueña y se marcha con un joven local que lleva consigo un carriel terciado del que saca el dinero. Juntos se dirigen hacia un lote donde yacen dos retroexcavadoras varadas desde hace varios meses.
La dueña del hostal toma el billete y corre a pagar, al menos en parte, una de las deudas urgentes que tiene con el carnicero. Este, a su vez, toma el billete y corre a saldar una deuda con el criador de cerdos y, sucesivamente, se desencadenan los pagos entre los habitantes del apartado lugar, hasta que, por gracia divina y para efectos de esta fábula, el billete regresa a la dueña del hostal pues a ella también alguien le debía.
Al atardecer, regresa el presunto narcotraficante, dice que ya resolvió sus asuntos y no pasará la noche. Con mal semblante, exige que le devuelvan el billete de 100 dólares. La dueña del hostal, temerosa de que el hombre note que el billete está algo arrugado y húmedo debido a su agitada circulación, se lo devuelve. El narcotraficante no parece notar el estado del billete y se retira de la escena rumbo a otros negocios.
El dinero circula por el pequeño pueblo, nadie se queda con él, nadie aparte de la dueña del hostal conoce su origen, pero se intercambia entre los habitantes y en unas pocas horas, a cada transacción, el billete duplica su valor y reduce levemente el nivel de deuda en la población. El billete entra y sale de la puesta en escena del teatro de la economía, pero la visita del supuesto narcotraficante y la liquidez que ese papel moneda le sumó al sistema financiero local brindan momentáneamente un alivio a la tensa convivencia en la comunidad.
En una clase universitaria se lleva a cabo un juego en el que el profesor asume el papel del narcotraficante y pasa un billete de 100 dólares que ha sacado de su bolsillo a una estudiante que interpreta el papel de la dueña del hostal. Así, el dinero circula entre los participantes, quienes experimentan la ansiedad y el alivio de la comunión económica en esta ceremonia colectiva de saldar deudas. Sin embargo, si al final del juego el dinero no regresa a la dueña del hostal y esta no puede devolverlo al narcotraficante, la situación desemboca en una mala nota para todo el curso pues el profesor esperaba de regreso a su bolsillo el billete de 100 dólares.
Nadie sabe para quién trabaja.
¿Y qué sucede en un país cuando los miles de millones de dólares provenientes del narcotráfico, que representan solo un pequeño porcentaje de las ganancias totales de este negocio ilegal a nivel mundial, dejan de circular en lo local debido a una sobreoferta de cocaína y las ganancias se reducen, dejando de alimentar en mayor y en menor grado al sistema económico formal e informal?
Pocos meses después de la visita del misterioso extranjero, aparece en la playa el cuerpo del joven que lo acompañaba, con tres disparos en el cuerpo y uno en la frente. El joven, que podría tener la edad de cualquier estudiante universitario, desempeñaba diversos oficios: lanchero, minero, guía por las trochas que llevan mercancía y personas a la frontera y, en las últimas semanas, aprovechó que la gente lo relacionaba con el supuesto narcotraficante para cobrar una cuota por protección a algunos comerciantes.
*Artista. Curador. Crítico. Editor. Docente Universitario