Por: Saúl Alfonso Herrera Henríquez*

Cuán importante es en esto de la administración pública y de la política, tener, independientemente de consideraciones ideológicas o de cualquier otros tipo de ellas, calidad humana, misma que no permite retroceso, desviaciones, decadencia, como tampoco actuar de manera tiránica y bárbara desde el poder, acciones todas ellas, entre otras muchos a este tenor, que desvirtúan y son adversas a la democracia y terminan por hacerla inane; de ahí la importancia de la participación ciudadana y comunitaria, para  demostrar demostrando que es la democracia el mejor por no decir que el único sistema capaz de corregir pacíficamente sus propios errores, lo que alimenta el optimismo, al tiempo de permitirnos soñar en que es posible esperar buenos y mejores como superiores derroteros.

Estudiarnos, analizarnos, proyectarnos, prospectarnos y consolidar estrategias de conformidad con nuestras propias realidades y necesidades como departamento y distrito, debe convertirse, a efecto de no seguir permitiéndonos yerros de naturaleza alguna, en un apasionado ejercicio ciudadano, con miras a alcanzar equilibrarnos en todo lo que en esencia requerimos, particularmente en momentos de crisis, de emergencia, como los que viviendo estamos. De la misma manera, cuán importante fuera que nos diéramos a la tarea de procurarnos dirigentes y gobernantes qué sin ser perfectos, contenidos estén de calidades y cualidades excelsas, que sin aspavientos ni ofrecer edenes, puedan servirnos con capacidad, conocimiento, sensibilidad política y amabilidad, sin que en ellos tengan que ver concesiones y favoritismo, más sí esperanzas posibles y probables.

Tenemos que recuperarnos y recuperar todos, el entusiasmo, la confianza en la democracia, y con fe de carbonero pensar en que sí da frutos la política humanista, esa que se hace con ideas, en la que cuentan las buenas intenciones y lo congruente, no lo populista, demagógico ni mentiroso, aspectos igual de nefastos para la buena conducción de los pueblos. Importante de cara al porvenir, actuar convencidos desde la razón, que no desde la emoción, el fanatismo ni de los cantos de sirenas, en la verdad y la comprensión que un departamento polarizado no puede sobrevivir; y en cambio sí, sucumbe sin remedio.

Nuestro trabajo como ciudadanos no es alimentar divisiones, sino entender que tenemos por obligación que ayudar a calmar los ánimos, bajar la temperatura, vernos de frente, escucharnos y plantear acuerdos en los que converjan las cosas mejores para todos, nuestro bienestar general y nuestra historia, en lo que importa dignidad y generosidad. ¿Seremos capaces? Esperemos que sí.

*Abogado. Especializado en Gestión Pública. E.Mail.: saulherrera.h@gmail.com

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