Por: José Manuel Herrera Brito. saramara7@gmail.com
Importante sin duda pensar pensando en el mediano y largo plazo, en lo prospectivo y estratégico, lo que debe estar en la agenda de todos, en la verdad que el presente es miedoso y el porvenir aterrador, así nos lo pintan. De todos modos, pensarlo es una exigencia de nuestro tiempo del que no podemos delegar como tampoco sustraernos y de hecho lo vemos a diario en la realidad y la ficción. Emergencias, catástrofes naturales, deforestación, inundaciones, pasajes desérticos, agotamiento de recursos naturales, distopías o sociedades imaginarias bajo un poder totalitario o una ideología determinada, según la concepción de un autor determinado opuesto a la utopía, que representan el imaginario compartido sobre lo que vendrá, es mucho más problemático de lo que parece. Las imaginaciones del futuro se construyen a partir de una lectura del presente, de ahí que importe el que seamos capaces de que seamos capaces de pasar de lo utópico a lo alternativo.
Es entender que estamos en tiempos de computación cuántica, de robotización, de pasar del paradigma del empleo al del desarrollo profesional, de la Renta Básica Universal, de inversores y propietarios, de revertir inequidades, de ganar tiempo y talento. Tiempo para vivir sin estar enteramente subordinados a la necesidad de obtención de un salario. El trabajo, ayer pilar fundamental, hoy es estacional por necesidad y reconvertido en espacio de desarrollo y aprendizaje. Hemos entendido que con más tiempo, la gente convirtió en productivas las aficiones y actividades elegidas por gusto, por talento.
Talento de la mayor parte de los integrantes de una sociedad que había estado en la sombra dada su condición socioeconómica. No ha sido justo el mundo, no hemos sido justos, tampoco eficientes. Pensamos en lo urgente, en lo que indicaba el momento, nunca en lo importante. Recién nos damos cuenta hoy cuán importante son meritocracia y competitividad, herramientas decisivas para los avances mejores y superiormente significativos para poder, para potenciarnos mejor y para proyectar y mantener un orden pensado por y para todos.
Cambiamos o nos acabamos como especie humana, lo que obliga entre otros aspectos pasar de los combustibles fósiles a las energías alternativas, transformando así el transporte y consecuentemente la calidad de vida. Es también hacerlo todo más verde, inundar el mundo de verde. Menos asfalto y menos hormigón. Es reducir los presupuestos sanitarios por menores índices de enfermedades y morbilidades. No necesariamente progreso es crecimiento económico, ya que progreso no es más, sino mejor.
Esforzamos debemos en diseñar una alternativa para no relegarnos a la nada. A jugarnos el futuro llaman y a jugarnos el futuro toca.