Por: Hernando Pacific Gnecco*
Colombia no es tan mala ni tan mediocre como creemos los colombianos. Sí, hay corrupción rampante; delincuencia y violencia desbordadas; exclusión social inaceptable; deprimente subdesarrollo mental traducido en atraso social; dirigencia mediocre que hace mucho menos de lo que debe, y roba más allá de la “las justas proporciones”, como diría el expresidente Turbay. Demasiadas situaciones agobiantes que merecen un cambio urgente y profundo. Pero, por otro lado, hay mucha gente honesta y capaz que hace patria en contra del estado y sus talanqueras jurídicas, burocráticas y corruptas; de la desidia y desinterés para generar desarrollo sostenible en medio de tanta abundancia.
Nuestros deportistas, formados por esfuerzo individual, son claro ejemplo: Nairo Quintana, Esteban Chaves, Rigoberto Urán y Darwin Atapuma en el ciclismo; los medallistas de oro olímpico Catherine Ibarguën, Mariana Pajón y Oscar Figueroa –no olvidamos a los otros medallistas y diplomados-, patinadores, futbolistas, en fin. En lo colectivo, logramos poca resonancia mundial.
Pero no sólo fulguran los deportistas: ¿sabía usted que Colombia estuvo en el alunizaje del Apolo 11? La cabina de la cápsula espacial estaba forrada con paños colombianos; fueron los únicos que cumplieron todos los requisitos exigidos por la Nasa. René van Hissenhoven calibró los primeros sismógrafos que se instalaron en la Luna. La Nasa ha contado con numerosos colombianos en proyectos vitales. Actualmente, Luz María Martínez y Adriana Ocampo dirigen la Misión Juno que llevará robots a ese planeta; Ocampo está considerada por medios especializados en el nivel de importancia de Marie Curie, entre otras mujeres brillantes. Súmele a esta lista de gente destacada a Carlos Vives, Shakira y muchos otros personajes.
El anestesiólogo Alejandro Hadad es la principal autoridad mundial en el uso de tecnologías de la información y la comunicación en salud, y trabaja en el desarrollo de herramientas virtuales para el contacto efectivo entre pacientes y profesionales para combatir amenazas mundiales en salud, como enfermedades crónicas complejas. Propuso un nuevo significado del concepto Salud, y desarrolla el proyecto Maimónides, tendiente a transformar la salud orbital mediante un esfuerzo colectivo. Grande este científico, de la talla de Rodolfo Llinás.
Un sinfín de disciplinas (ingeniería, medicina, robótica, arte, cultura, etc.) demuestran que Colombia tienen talento de sobra: hay, además, millones de compatriotas anónimos hacen la diferencia en todo el planeta en innumerables campos; no somos menos que nadie Lo que marca la diferencia en el desarrollo de los países, más que el ciudadano individualmente considerado, es su dirigencia. Corea del Sur, por los años 70, era un país similar a Colombia en aspectos socioeconómicos, y salía de una guerra. Su dirigencia se propuso llegar a ser un país desarrollado, y hoy es potencia mundial. Japón, Alemania, Italia, Inglaterra y Francia, devastados por la Segunda Guerra Mundial, se levantan de escombros y cenizas para situarse entre los 10 países líderes ecuménicos.
Nosotros, sumidos en el medioevo mental, aún tenemos prolongadas guerras internas que no sabemos superar. Nos concentramos en lo negativo y destructivo. Siga las noticias: parecen magazines policiales o propaganda política; lo esencial queda de lado. La farándula prima sobre la cultura, el entretenimiento sobre el arte (¿sesgo deliberado?). Nosotros los electores tenemos una gran cuota de responsabilidad al elegir sinvergüenzas e incapaces secuestrados por la delincuencia, con intereses propios que anteponen a las necesidades sociales de urgente solución: educación, salud, empleo, infraestructura, desarrollo, etc. La desigualdad social es la peor del planeta si consideramos nuestras enormes riquezas. Así, ninguna sociedad es viable y, aun firmando la terminación de todos los conflictos actuales, jamás tendremos paz. Póngase usted en el pellejo de quienes viven en tugurios sin servicios, desempleados, carentes de educación, padeciendo hambre, sin derecho a pensión, etc.; esa es la “vida” del 60% de los colombianos. ¿No es esta una bomba social a punto de explosión que corresponde desactivar con el simple cumplimiento de la actual constitución política, buscando la inclusión social y el ejercicio de los derechos ciudadanos allí consagrados? Obvio que quienes corroen el erario lo impiden a rajatabla.
Divide y reinarás, decía el emperador Julio César. Nuestros políticos lo saben muy bien, y lo aplican impecablemente. El resultado de aplicar esa máxima política es nuestra Colombia actual, por cuenta de esa perversa filosofía, que tanto daño causa. El momento político exige un cambio de las costumbres políticas, y podemos hacerlo democráticamente.
*Médico Cirujano. Especializado en Anestesiología y Reanimación. Docente Universitario. Columnista