lisbeth barraza escorcia

Por: Lisbeth Paola Barraza Escorcia*

La violencia contra las mujeres no conoce fronteras, además de ser un mundo este que vivimos marcado por las inequidades y desigualdades de género donde la persistencia de la violencia contra las mujeres es evidente, debiendo ser inmensa la inversión para prevenir estos flagelos una prioridad, más cuando nos dice la ONU que una de cada tres mujeres ha sufrido algún tipo de violencia. En este contexto, las adquisiciones públicas y la infraestructura deben ser factores clave para forjar un porvenir libre de violencia de género.

La inversión en prevención debe ir más allá de las acciones y campañas de concienciación, implicar un compromiso financiero tangible con estrategias integrales para enfrentar este flagelo, promover la igualdad, la inclusión y el empoderamiento de las mujeres, por lo que la adquisición pública ha de erigirse como una herramienta poderosa en este esfuerzo, destinar recursos a productos y servicios que respalden programas de prevención y apoyo a las víctimas, marcando así los gobiernos una diferencia significativa.

En educación, darse debe la implementación de programas de sensibilización, protocolos de prevención y fortalecimiento de capacidades de la comunidad educativa, hasta el fortalecimiento de servicios de apoyo psicológico, con adquisiciones públicas bien dirigidas que contribuyan a la construcción de un entorno seguro desde temprana edad. Desempeña la inversión en infraestructura un papel crucial, puesto que la violencia contra las mujeres no solo es manifiesta en el ámbito doméstico; sino que se filtra en espacios públicos, laborales y en línea, entre otros muchos.

Es avanzar en lo cuál con denuedo, y en consecuencia, crear entornos de trabajo seguros, respaldados por infraestructuras que respondan esencialmente a las necesidades de las mujeres, tales como baños privados o salas de lactancia, así como es fundamental invertir en tecnologías que combatan la violencia en línea y en la creación de lugares de trabajo inclusivos y seguros, donde las mujeres estén protegidas y empoderadas.

Innegable es sin duda el impacto económico negativo de la violencia contra las mujeres, el costo es elevado en grado superlativo, sentido en el cual la inversión en organizaciones de base y movimientos feministas, empresas lideradas por mujeres e iniciativas que hacen efectivos sus derechos, no sólo contribuye a la igualdad y la eliminación de la violencia, sino también a un porvenir más próspero y al desarrollo sostenible; de ahí que la integración de una perspectiva de género, específicamente en los ámbitos de infraestructura, adquisiciones y gestión de proyectos, desempeña un papel fundamental en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS); por lo que es fundamental entonces, reconocer que este enfoque no es solamente un ODS independiente, sino un hilo conductor que articule de manera transversal al conjunto de objetivos de la Agenda 2030, lo que hace claro que una infraestructura con perspectiva de género contribuye directamente a lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres, enfoque integral que abarca la planificación, diseño y construcción de infraestructuras, asegura que éstas no sólo respondan a las necesidades específicas de las mujeres, sino que también promuevan un entorno inclusivo y equitativo; y en el ámbito de las adquisiciones, la perspectiva de género implica procesos de contratación que fomentan la participación activa de empresas lideradas por mujeres y la promoción de la igualdad salarial, contribuyendo así a trabajo decente, crecimiento económico) y reducir inequidades y desigualdades.

Conveniente es esto, comprometernos a liderar este cambio, colaborar con las instancias que fueren para construir un porvenir donde infraestructura, adquisiciones y gestión de proyectos sean un reflejo de la diversidad y una fuerza impulsora para la equidad e igualdad de género, en lo que ayuda en alto grado la participación activa de la cooperación internacional, gobiernos, comunidades, empresas contratistas, proveedoras y demás aliados estratégicos relevantes para construir ese camino hacia un porvenir más equitativo y seguro para todas las mujeres.

*Lideresa Social Comunitaria. Conferencista. Tallerista. Columnista

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