Por: Saúl Alfonso Herrera Henríquez*
Llevamos años depositando en las urnas nuestro voto sin que realmente busquemos y procuremos como debería ser, la búsqueda y procura de un mejor porvenir para todos. Cada vez que se aproximan elecciones la mayoría de las personas parecieran ensayar candidatos, no media en ello análisis ni reflexión, trascendiendo las más de las equivocaciones a la orden del día. No hemos sido capaces de escoger a los mejores, a los más preparados, dedicados, mayormente mostrados, probados y demostrados; los de primera condición, trayectoria y experiencia, como si no nos importara para nada el propio destino ni el de los demás. Nos cuesta identificar, a juzgar por los resultados, lo más conveniente para todos, en gran medida culpa nuestra al dejar de lado el sentido de pertenencia y compromiso que debe asistirnos en estos y demás otros eventos que tienen que ver con la defensa a ultranza de los intereses superiores de la comunidad y el territorio.
No tenemos una sociedad evolucionada en estos menesteres, sigue primando la política de estómago. Los votantes se desplazan con pasmosa facilidad del timbo al tambo, y llegan al corazón de la mayoría, timadores que seducen soportados en mentiras, emociones, obnubilaciones e ilusiones. No vemos hasta ahora al líder o líderes cierto que quieran batirse para sacar al departamento del abismo de lo inocuo. Los estamos esperando. Quienes con curul están u ocupando cargos gubernamentales no llenan las expectativas, salvo los de sus cáfilas. Es increíble que gente valiosa en verdad no esté en la preferencia de la gente, y tenga que recurrirse a tanta mediocridad, encargados de dañar lo que funciona y no nos fijemos en aquellos que trabajar en equipo con denuedo quieran para recuperar la confianza en la política y la institucionalidad.
Requerimos de líderes que sean capaces de conseguir dar el giro que necesitamos las presentes y futuras generaciones, quienes no se detengan en preferencias ni en favoritismos. Líderes que bien y mejor lleguen al electorado por su frescura, honestidad, honradez, honorabilidad, naturalidad, capacidad y voluntad de servicio, empatía, claridad de su mensaje, valentía de sus decisiones y esté dispuesto siempre a salir al ataque, a ganar, a ponerse las botas, a ir con sus ideales hasta el final y ejecutar, algo desconocido en los terrenos de la medianía.
Líderes que generen optimismo en lo que necesitamos, con ideas fiables, con programas que sean el mejor antídoto contra la mentira y la ineficiencia, que se les tome en serio, que su mensaje resista todos los escrutinios, que a su lado no estén cual chupasangres expertos depredadores de los sagrados dineros públicos. saulherrera.h@gmail.com *Abogado. Especializado