Por: José Manuel Herrera Villa*
El país en sus departamentos todos, lo que no es secreto para nadie, está sumido gravemente en la inseguridad, de ahí que crezca exponencialmente la preocupación por la falta de una seguridad integral y violencia en Colombia. Ha alcanzado la inseguridad que padecemos y sufrimos niveles definitivamente críticos, afectando a todos los sectores de la sociedad urbana y ruralmente, más allá de su posición social, económica o política, viéndose la ciudadanía toda enfrentada a una ola creciente de incertidumbre y temor.
Clara es la incapacidad de las fuerzas del orden para contener la avalancha de inseguridad que ha potenciado aún más la situación que vivimos, misma que ha dejado a la población desprotegida y vulnerable. Es el nuestro un clima de inseguridad perverso que ha afectado la diaria tranquilidad ciudadana, como también impactado devastadoramente la actividad económica del país, lo cual ha generado que los empresarios se encuentren revisando con lupa sus decisiones debido al ambiente de inestabilidad y riesgo que prevalece entre nosotros. De otra parte, pequeños y medianos empresarios viven bajo el constante temor de perder sus negocios y sus vidas; atmósfera de inseguridad que nos ha llevado a una disminución diciente en el consumo, por cuanto las personas evitan salir a la calle, pasear, viajar y demás por físico miedo a ser carne de cañón y por ende convertirse en víctimas de la violencia desmedida que nos agobia.
Como destino seguro para el turismo y la inversión extranjera por parte de la comunidad internacional está gravemente afectada, visitantes e inversionistas potenciales son cada vez más reacios a venir al país o comprometer sus recursos, dada la percepción que no contamos con la seguridad ciudadana y jurídica que les brinde la necesaria tranquilidad que lo cual requiere. Guerrillas, grupos narcotraficantes y delincuencia comunes delinquen con total impunidad, sembrando anarquía, caos y violencia en todos los rincones patrios, hasta el punto de actuar como si tuviesen patente de corso para cometer todo clase de aberraciones y atrocidades, lo que nos ha sumido indefensos en un estado permanente de temor, miedo, desconfianza e incertidumbre.
La inseguridad que viviendo estamos registra niveles miedosos, insostenibles, afectando la vida diaria de los ciudadanos, la estabilidad económica y la percepción internacional del país, lo que hace imperativo que se tomen medidas importantes, urgentes y efectivas para restaurar seguridad y orden en toda la geografía nacional, en marco de un Estado de Derecho y que las mismas sean definitivas para devolver la confianza a los nuestros y comunidad internacional. Colabora en lo cual, restablecer la moral y redignificar como merece la fuerza pública, maltratada por decisiones en su línea jerárquica, la poca claridad en los alcances de su capacidad de acción ante los procesos de negociación con los grupos ilegales y actos de corrupción conocidos por la opinión pública en manera suficiente.
Se impone igualmente progresar acciones coordinadas y eficaces entre autoridades nacionales, locales, fiscalía y autoridades judiciales, con activa participación ciudadana y comunidad empresarial, en la certeza que la articulación de todos los actores resulta fundamental para lograr los objetivos que sean propuestos, lo que requiere claridad política ante los alcances de la paz total, a efecto de contar con la afirmación que los diálogos adelantados se desarrollan con claro respeto de lo que anhela la sociedad, como no secuestrar, no afectar a la población civil y garantizar la acción eficaz de las autoridades ante el incumplimiento de los acuerdos de un proceso de negociación en curso, que aspiramos y esperamos llegue a un feliz término.
*Profesional en Administración y Finanzas. Especializado en Auditoría Integral. Formulación, Evaluación y Gerencia de Proyectos de Desarrollo. Columnista
