Por: José Manuel Herrera Brito
El fallecimiento de personas, que se traducen en ausencia corporal, particularmente cuando buenas y mejores han sido, lo mismo que dejado improntas imperecederas no solo en su cotidiano y cristiano vivir, sino en su trabajo, profesión u oficio, que en suma constituyen su legado, mismo que debemos tomar, acoger, para en consecuencia tenerlos como ejemplo de lo que hacer debemos en la verdad de ser cada día mejores en todos y cada uno de los aspectos de la vida. Tal son los casos de Onaldo Guerrero Pérez y Jorge Correa Villabolobos, recientemente idos al arcano eterno; y, de Hugo Escobar Sierra, quien hace pocos días cumpliera 20 años de haber partido al encuentro con el Creador.
Onaldo Guerrero Pérez. Gran señor, excelente profesional, destacado ciudadano, superior miembro de familia e inolvidable amigo, quien brilló siempre con luz propia por su solidaridad y espíritu de lucha, quien además se ocupó de proyectar a su familia al lado de su amantísima esposa Doña Aracelly, unión de la que nacieron prestantes profesionales hoy de la sociedad vallecaucana y del país. Ingeniero Forestal de grandes realizaciones en su campo y fuera de él, quien escogiera a la ciudad de Buenaventura y departamento del Valle del Cauca, para aplicar allí sus conocimientos y enseñar sobre la importancia de todo cuanto significaba e importaba conservar el medioambiente, territorios todos donde fue pionero y ejerció su hacer y quehacer como un apostolado en aprovechamiento no solo de dichos entes territoriales, sino de lo que con su observancia desde el lugar que fuere se contribuiría en directo beneficio de la humanidad en su conjunto. Fue sin lugar a ningún género de duda, un adelantado de nuestro tiempo en materia ecológica y ambiental, y es aspecto que tendremos que agradecerle por siempre.
Jorge Correa Villalobos. De gran significación en lo personal. Padre como pocos, quien al lado de su esposa Margarita, gestó un hogar de inmensa valía, en el que sus hijas aprendieron la importancia de los principios y valores, que las llevaron a hacerse profesionales de prestigio, cuyos conocimientos han puesto al servicio del país en varias partes de la geografía nacional. Amigo solidario, honesto, presto y dispuesto siempre a cooperar, a colaborar, a dar la mano, a tender puentes en las dificultades. Destacado líder sindical, primero en su regional Santa Marta y luego en el orden nacional, campo en el que su principal preocupación fue velar siempre por los intereses superiores de su comunidad empresarial y trabajadores todos del país, y a fe que lo logró con creces, de allí los homenajes y el reconocimiento perenne que la masa trabajadora de la nación le tributó y tributará siempre.
Hugo Escobar Sierra. Jurista, profesor universitario, periodista, Representante a la Cámara, Senador de la República, Ministro de Justicia, Presidente Alterno del Parlamento Latinoamericano, Embajador en cuatro oportunidades ante la Naciones Unidas, ante la Organización Internacional del Trabajo, ante la Santa Sede y la Soberana Orden Militar de Malta. En el ejercicio profesional, brilló en numerosos litigios ante el Consejo de Estado en asuntos electorales, Presidente de la Dirección Nacional del Partido Conservador. La actividad periodística siempre fue una constante, redactor judicial del periódico El Siglo, Cofundador del semanario Avanzada, director del semanario Doctrina, director de la Revista Renovación Nacional, columnista del periódico El Tiempo y El Siglo. Cuentan entre sus obras publicadas, La Constituyente en nuestro derecho público 1953; dos hombres dos políticas 1961; la paridad administrativa 1970; la invasión en Colombia 1972; La inundación del río Magdalena 1976; Seguridad y Justicia 1979; Antecedentes y Principios de la Constitución de 1886 1996; Misterios del Galeón San José 1988; Procedimientos de reforma constitucional 1989 y la Constituyente: reforma nacional 1991.
Traigo a recuerdo al Doctor Escobar Sierra, en estos momentos de fragor electoral, al ver la pequeñez con que hoy se manejan nuestros escenarios políticos en lo local, municipal, departamental, regional y nacional, además de estar huérfanos absolutos de grandes ideas, pensamientos rescatables, líderes, dirigentes, conductores ciertos y de primera condición, hecho notorio que solo nos deja aliento para expresar con nostalgia la importancia que tuvo en la vida pública nacional y lo que contrariamente hoy vemos a todo lo largo y ancho de nuestras latitudes. Oh tempora o mores. saramara7@gmail.com