ricaurte lozada valderrama

Por Ricaurte Losada Valderrama @ricaurtelosada

Entre las tantas necesidades urgentes para Colombia se encuentra la realización de una Asamblea Constituyente que tal y como lo traté en la columna anterior, debió realizarse hace rato, si en el país se procurara solucionar a tiempo los más graves problemas y este es uno, en razón a que de las instituciones parte todo, iniciando por la Constitución que es el máximo programa de la sociedad y del Estado y la base de todo el ordenamiento jurídico.

Para mostrar esta urgencia basta un ejemplo. Las reformas de fondo que requiere la Constitución de 1991, si hipotéticamente las hiciera el Congreso, la Corte Constitucional las declararía inconstitucionales, aplicando su tesis de la sustitución de la Constitución que consiste en que si se cambian valores, principios e instituciones fundamentales de ella, ya no hay reforma sino sustitución de la Carta Política.

Entre esos cambios esenciales hay, por ejemplo que hacer el tránsito de un Estado unitario y centralizado a uno regional, tipo Francia o Italia, pues como dice nuestro pueblo, ni tanto que queme el santo, ni tanto que no lo alumbre, es decir no llegar a un Estado federal, como Estados Unidos o Alemania que entre otras cosas es la forma de Estado que más desarrollo proporciona, sino que el país busque un Estado intermedio entre el centralismo exagerado y la autonomía a ultranza que acabó con la unidad nacional en la Constitución de Rionegro de 1863 y que fue una de las causas principales para que hayamos perdido a Panamá.

He puesto este ejemplo porque si se reformara la Constitución en tal sentido, la Corte Constitucional declararía inconstitucional la enmienda, aplicando su tesis de la sustitución de ella, como lo hizo ya con el Acto Legislativo Dos de 2015, con el cual se reemplazaba la Comisión de Acusación de la Cámara de Representantes por una de Aforados, sin intervención política, como debe ser para que haya justicia, tan escasa en Colombia.

Pero que lamentable y que lástima que como también ya lo dije, por muchas razones, el momento de la asamblea constituyente no sea el actual, si se realizara bajo los parámetros y mandatos constitucionales.

Y ese no es el propósito del presidente de la República. Su intención es ir creando las condiciones para generar un mecanismo constituyente de espaldas a la institucionalidad que bien puede llevar a cabo el pueblo como constituyente primario, mediante un proceso revolucionario, pero no auspiciado por un poder constituido y, por lo tanto, limitado, como el que encarna el jefe de Estado y jefe de Gobierno que tiene el propósito encubierto de perpetuarse en el poder, similar a lo ocurrido en Venezuela, desconociendo paso a paso el orden jurídico establecido, mediante la presión popular auspiciada por él.

Este proceso que apenas inicia y que tiene como nefasto antecedente los cinco golpes de Estado dados para expedir la actual Carta Política, con golpe de Estado permanente, a los que me referí anteriormente y hechos a los cuales muy seguramente se recurrirá en su oportunidad, en este camino de desinstitucionalización que apenas comienza, no sabemos con qué consecuencias para nuestro futuro, pero en todo caso muy preocupantes.

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