Por: Rubén Darío Ceballos Mendoza*
Tiempos son estos donde lamentablemente los mejores líderes, conductores, dirigentes, empresarios, políticos de primera condición, de mando ejecutivo en el mejor de los sentidos, pensamiento, acción, grandes atributos y virtudes, entre otras connotaciones de importancia, escasean, De otra parte, y ello es evidente, pocas son ya las minorías selectas, esas donde se agrupan los pensantes, los que mueven ideas, los preparados, los instruidos, los mostrados y demostrados, los más y mejor calificados, gran conducta; excelsas calidades y condiciones personales, profesionales y humanas; vocación auténtica, quienes aconsejar pueden y desde su sapiencia señalar los caminos a ser transitados para ir a puertos seguros de integrales progreso y bienestar. Pocos son ya las personas que se entregan a las nobles causas, los que tienen ganas, apetito, auténtica vocación de servicio, de entrega hacia la comunidad.
Además de todo, tenemos que entender que quienes están en la tarea de conducir, sobre todo los políticos, deben poseer trayectoria vital; esto es, llegar, permanecer, prevalecer y retirarse, lo que no es nada fácil en estos tiempos, que ha dado pie para que se sostenga por tirios y troyanos qué permanecer y prevalecer se dificulta en alto grado y en gran medida al influir perversa y perniciosamente el dinero en la política para controlarla y ensuciarla como día con día vemos y lejos presentimos su desaparición de dicho escenario.
Deben ser igualmente los políticos, arquetipos, cima del ser humano más opuesto al que la gente del común pertenece. Necesitamos políticos estudiosos de las disciplinas sociales, cercanos, atentos, preocupados y ocupados, enterados a fondo de las realidades, así como formados culturalmente, administrativamente, a fin que dignifiquen la política, una de las vocaciones más nobles y señeras, hoy con poca o ninguna calidad entre nosotros, lo que es a todas luces lamentable.
No deben ejercer la actividad política por ser compleja, personajes siniestros, mismos que abundan sin elementos, sin atributos y sin la clara idea de lo que se debe hacer desde el Estado en un país. Entre nosotros, aspiramos y esperamos que podamos lograr el cambio cultural y moral, las transformaciones suficientes y necesarias, con el fin que quienes se dediquen a la política tengan sembrada, definida la idea, y sepan distinguir todo lo concerniente a la cosa pública, a la administración pública, misma que debe ser ser eficaz, sin un tamaño exagerado, sin corrupción y con presencia en todos y cada uno de los rincones de su jurisdicción y entiendan que sus poderes ejecutivo, legislativo y judicial deben estar conformados por los mejores, léase bien, los mejores, a efecto que su Estado de Derecho sea el pilar esencial de nuestra democracia, en lo que importa la participación activa de las minorías más calificadas al frente de las instituciones patrias.
Rubén Darío Ceballos Mendoza. rubenceballos56@gmail.com – Jurista