Por: Rubén Darío Ceballos Mendoza*
Indiscutible sin lugar a ningún género de duda, que la denominada digitalización de la información haya cambiado el hacer y juego político. Las redes sociales se han convertido en las plataformas que los políticos vienen utilizando para exponer sus mensajes y estar en contacto con la gente, lo que en mi concepto, sin que esté en contra de lo que los avances tecnológicos nos pone a disposición, me resulta impersonal como alejado de ese contacto cercano que uno debe tener siempre con sus congéneres, aunque en los tiempos actuales, signados por la pandemia ello sea lo pertinente; pero pasando lo cual, ojalá no nos quedemos solo en ese escenario.
Políticos y personas deben establecer intercambios con fines constructivos, acercarse más unos y otros; no obstante que la crisis de los medios tradicionales han traído esta nueva forma de comunicación más rápida, accesible y mayormente participativa. ¿Es más democrática esta forma de comunicarse en la política? probablemente sí, más no en mi real saber y entender. La razón… el mensaje ha perdido mucha credibilidad, las redes están exageradamente llenas de noticias falsas, y para desgracia de todos, los medios de difusión se han tenido a la fuerza que adaptar a esta nueva forma de comunicación donde el político decide mensaje y respuesta sin lugar para otras respuestas.
Hoy es supremamente complejo distinguir entre la política hecha a través de las redes sociales y la de verdad. Ella, la política, se ha dispersado, esté vuelta un espectáculo de quinta y los medios audiovisuales ayudando a crear un ambiente insoportable. Además, algunos medios son supremamente predecibles, muestran la línea a defender, no se ajustan a la verdad verdadera y responden a particulares intereses, aún a sabiendas que traicionan sus principios. Hoy ya no se confronta la política, no se reflexiona a fondo sobre ella, no se estudia ni analiza cómo debe ser. Defienden unas posiciones definidas, a pesar de saber que no debe ser esa la razón a defender.
Estamos contribuyendo todos, especialmente medios y redes, a la liviandad y mediocridad de la política, alineando los debates, haciendo a los políticos mediocres conductores de opinión. Por su parte la gente se ha acomodado, opta por lo que quiere oír, leer y no dialoga sobre lo cual. El problema es de una total mediocridad política. No importan el proyecto, ni cómo solucionar los problemas. El punto es derecha/izquierda; y entre más agrio o acido el asunto y los dimes y diretes, mayores audiencias se generarán.
Políticos, informadores en redes y medios, forman en la actualidad un espantoso bodrio que desacredita mensaje y mensajero. Resultado de lo cual, en duda queda el mensaje, a pesar que el problema no sea el medio sino el mensaje deformado que se envía a su través, rubenceballos56@gmail.com *Jurista